Que queréis que os diga de la serie que os siento a estas horas del domingo, porque las críticas profesionales que he leído no le dan muy buena nota, pero a mí Secretos de un matrimonio, me dejo clavada:
Primero, por esa química y trabajo actoral entre Jessica Chanstain y Oscar Isaac, es pétrea, enseñándonos las luces y sombras de una pareja; el enganche nocivo que puede haber cuando no se sabe o no se quiere cortar; lo que uno o una siente y la realidad de puertas para dentro... Una física y una química que nos enseñan desde los momentos de más intimidad hasta la de tirarse toda la mierda que sienten a la cara, aunque dañe al otro u otra, o, con la intención de ello.
Segundo, esa ambientación totalmente claustrofóbica que se vive dentro de las paredes de la casa que terminan formando parte importante de la historia.
Tercero, cada capítulo ambientado en un determinado momento vital de ese matrimonio aparentemente feliz.
Cuarta, como las creencias religiosas o el ambiente en el que te has criado te forma como adulto y adulta.
Quinta, la libre elección que nos muestra de querer ser madre o no, sin dramatismos pero con la conciencia de lo que se esta haciendo.
Sexto, unos diálogos que muchas veces son arañazos con uñas largas a la cara.
Séptimo, ¿Qué hacer cuando tu pareja ya no te hace sentir lo que tú esperas a todos los niveles: emocional, sentimental, sexual...?
Octavo, el eterno debate desde hace unos años con respecto al poliamor.
Secretos de un matrimonio está dividida en cinco episodios basados en la homónima miniserie de Ingrid Bergman de 1973.
Reexamina la representación icónica del amor, del odio, el deseo, la monogamia, el matrimonio y el divorcio a través de la perspectiva de una pareja estadounidense contemporánea.
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