Hace diez días llegó a la plataforma Filmin la peli española que arrasó en la pasada edición del Festival de Málaga, El vientre del mar, la última peli de ese genio del cine llamado Agustí Villaronga. Que de nuevo ha vuelto a recurrir a la historia, a la perfección y pureza del blanco y negro y a unas actuaciones maravillosas de Roger Casamajor y Òscar Kapoya.
Junio de 1816. La fragata Alliance, de la marina francesa, embarranca ante las costas de Senegal. Como los botes disponibles para la evacuación no son suficientes para acoger a todos los tripulantes se construye una precaria embarcación en la que obligan a subir a 147 hombres: soldados, marineros, algún pasajero y unos pocos oficiales. El plan previsto es que los botes remolquen la balsa hasta la orilla pero el pánico y la confusión se apoderan del convoy y cortan la soga de remolque, abandonando la balsa a su suerte. El hambre, la inclemencia del mar, la locura y una lucha encarnizada se desatan en aquella balsa a la deriva.
¿Alguna vez habíais visto este cuadro de arriba? Yo no, pero es una recreación cruenta y dura de lo vivido en esa tabla durante todos los días que estuvieron esos hombres a la deriva. Unos días donde el frío, el calor, la falta de agua, el hambre... les llevó a vivir unas situaciones terroríficas tomando medidas muy extremas para poder sobrevivir.
De todo esto nos habla Villaronga en su película, de esa estancia en el agua, de los conflictos que surgieron en ella, de los líderes que con armas y comida a su alcance fueron creando el caos para que cada vez fueran menos, de los asesinatos que allí se produjeron... y todo ello con la confrontación de dos personajes que a cara de perro se dicen las verdades a la cara, con dolor, con asco y esos malos recuerdos que de forma contante les vienen a la cabeza.
Una película lenta como los días que allí se vivieron; rodeada de mucha poesía dramática y de dos testimonios opuestos en donde la verdad, la supervivencia y el supuesto honor están sobre la luz. Una luz en blanco y negro que todo lo envuelve y lo hace más tétrico.
LO MEJOR DE ELLA:
- La estética en blanco y negro, que siempre hace más puras las películas.
- Seguir apostando por rodarlas en catalán.
- La alternancia entre los planos a mar abierto y esa pequeña sala claustrofóbica donde ves tu pasado pasar.
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