El Museo del Prado nunca dejar de sorprenderme y entre sus paredes siempre he encontrado obras de arte que o bien no conocía o no había visto antes, porque si sois de Madrid o habéis estado alguna vez en el Prado ¿Podéis afirmar que le habéis visto entero?
Como ya he compartido en anteriores post, uno de los cuadros de mi vida son Los fusilamientos del 3 de mayo de Francisco de Goya. Toda su obra está llena de verdad, terror, vitalidad, luz, color -unos colores que luego en la Real Fábrica de Tapices no encontraban los hilos para poder confeccionar las alfombras-, escenas costumbristas...
En mi última visita en el mes de agosto mis ojos se posaron sobre la obra de Goya que os quiero sentar este domingo, Los duques de Osuna y sus hijos.
Ante esa escena familiar, la sobriedad del decorado elegido para posar y esas caras tan llenas de luz natural, encontramos una bella obra. Es el retrato de la familia del IX Duque de Osuna, don Pedro Téllez-Girón y su mujer, la condesa, Doña Josefa Alonso de Pimentel.
El duque viste el uniforme de brigadier de su regimiento, de alivio luto por el fallecimiento de su padre; la duquesa va vestida a la francesa con botones de porcelana decorados con paisajes. Éstos están acompañados por sus cuatro hijos nacidos hasta 1788, ya que Doña Manuela Isidro, la última y futura condesa de Abrantes nacería en 1794.
Los duques de Osuna se cuentan entre los primeros mecenas de Goya, para las que trabajó en estos años pintando retratos familiares y cuadros de gabinete con destino al palacete de La Alameda, a las afueras de Madrid. Este retrato familiar, no era frecuente en España.
Con este tipo de retrato, ponían así de manifiesto su elevada alcurnia, casi al nivel de la realeza, y se mostraban al mismo tiempo conocedores de los modos de otros países avanzados.
Pude leer en la página oficial del Museo del Prado, uno de los hijos del duque de Osuna, fue el primer director del Museo.
No se a través de la pantalla del ordenador, pero en persona el cuadro es hipnótico, así que si tenéis oportunidad, ir a verlo en persona porque impresiona mucho esas caras mirándote de forma tan fija, atravesando nuestras pupilas y pareciendo que miran en nuestro interior.
Muchos besos rinconeros y rinconeras. Nos vemos mañana en una nueva semana.
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