Pecados, secretos y dolores... Parte II: The Sinner

Como os decía en el post de ayer de The Sinner, el personaje de Bill Pullman es tan hipnótico y torturado tanto psicológica como me temo físicamente que me fue imposible resistirme a devorar la segunda temporada, que solo tienen como nexo común a Pullman, que de nuevo vuelve a desmontar todas las creencias e ideas que tengamos de él, a través de la catarsis y la verdad.

El detective Harry Ambrosse vuelve a su ciudad natal, en el campo neoyorquino. Ha ocurrido un crimen demoledor e inexplicable: un niño de 11 años ha asesinado a sus padres sin motivo aparente.

En la investigación, Ambrose descubre que ni el niño ni su ciudad son tan normales como parecen.

Pronto conocerán a gente dispuesta a todos para proteger sus secretos, así como a la misteriosa Vera, una pieza complicada y enigmática de este inquietante rompecabezas.

Una temporada más inquietante que apasionante, porque a medida que se van vislumbrando verdades en cada personaje todo parece mucho más enredado, pero cuando la verdad va reluciendo y las personas son más libres, hay algo que no se puede esconder por muchas máscaras externas o internas que se tengan, la verdad.

De traca es el personaje del menor, que te hace dudar de su psique, su comportamiento, su infancia, su vida, con a ratos teniéndole cierto pavor, porque no me digáis pero un menor asesino, a mi me provoca miedo y a otros teniéndole una terrible compasión.

Como punto reluciente de la trama os diré que se añade profundidad y alguna que otra verdad dolorosa del personaje de Ambrose, al que vamos conociendo más de su vida y su dolor, y al que deseo una larga vida, es decir, unas numerosas temporadas.

No lo dudéis ir a Netflix y ver The Sinner, creo de verás que no os va a defraudar.

¿Qué tal habéis pasado estos días? Yo he recargado pilas en soledad, es decir al lado de mi amor, que es el compañero de viaje perfecto para esta aventura llamada vida, y de mi amiga.

Muchos besos y mañana os veo con más :) :) :) :) :)