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domingo, 28 de abril de 2024

El dolor de un silencio cómplice y culpable: El techo amarillo

Llevaba mucho tiempo detrás de ver el segundo documental que os siento de Isabel Coixet, donde hace un ejercicio de memoria, reparación y quitar celos de las bocas ante el silencio cómplice de tantas décadas alrededor de unos abusos que las protagonistas denunciaron sufrir cuando eran adolescentes, es decir, menores de edad.


"En 2018 un grupo de nueve mujeres presentaron una denuncia contra dos de sus profesores del Aula de Teatro de Lleida por abusos sexuales ocurridos entre 2001 y 2008, cuando eran adolescentes. Fue demasiado tarde. Por miedo, por vergüenza, porque tardaron mucho tiempo en entender y digerir lo que había pasado, la denuncia llegó cuando el caso ya había prescrito y se archivó. Lo que no sabían es que, a pesar de que el caso habría prescrito, sus testimonios estaban abriendo una puerta en la que, tal vez, no todo estaba perdido".


Una hora y media de compartir lo que vivieron, porque que no se haya podido llevar a juicio no significa que no sucediera. Como mujer que cuando era adolescente -no menor- que estudió teatro, sentí verdadero asco de las cosas que contaban, ya no solo el abuso de poder notorio de los testimonios, sino del silencio de alrededor y de como es usado el teatro para presuntamente abusar de niñas que sueñan o disfrutan con el.

No es necesario que te toquen.
No es necesario que te besen.
No es necesario que te inviten profesores o profesoras te inviten a su casa a ver una película.
No es necesario y además es indecente, dormir con una alumna en un viaje.

La culpa, la vergüenza y el dolor que el paso de los años fue creando en estas mujeres por cierto muy valientes de compartir lo que vivieron, se hacen indispensables en una sociedad que maquilla y cambia de nombre a la violencia que padecemos las mujeres por el hecho de serlo.


Me dolió mucho lo que vi, oí y sentí, porque eso que las hicieron no son métodos interpretativos.

Viendo este documental recordé una anécdota en una discoteca de la calle Goya, cuando un actor que se hizo muy conocido gracias a una gran serie, me ofreció echarme una mano en la interpretación, pero claro, esa mano era al cuerpo... 

Viendo este documental recordé cierta fiesta de Navidad en la escuela donde yo estudiaba cuando una compañera me comentó el flirteó que llevaba con un profesor, que flirteaba con 200 más y además tenía pareja.

Con esto último no digo que abusará de ella porque los dos eran adultos, pero la jerarquía de poder era evidente y eso no debería suceder ni en el teatro ni en ningún ámbito.

Coixet ha regalado el testimonio de estas nueve mujeres que dan la cara por otras, por su dignidad  por su verdad. Desde este rincón, agradecer que el tono no fuera de amarillismo y buscar la rectificación por lo menos social, de un asunto que no era ningún secreto para muchos y muchas.

Cuando descubrí por qué el nombre del título del documental, me pareció horroroso, y ahora compartiendo estas líneas, me acuerdo de David cuando lo estábamos viendo, que me dijo: que mal cuerpo, que asco.

No hago ni la pregunta, ir a RTVE, darle al PLAY y no juzguemos, porque no todas las mujeres están preparadas para denunciar en el momento en el que se ejerce contra ellas la violencia, necesitan tiempo, espacio y no el juicio de personas que ni han vivido sus vidas ni saben lo que es ser mujeres en todas las edades de nuestra vida.

Un beso enorme rinconeros y rinconeras y ahora sí que sí, hasta mañana con más :) :) :) :) :)

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