"La Julieta vino expresamente a las pastelería para decirme que, antes de rifar el ramo, rifarían cafeteras; que ella ya las había visto: preciosas, blancas, con una naranja pintada, cortada por la mitad enseñando los gajos. Yo no tenía ganas de ir a bailar, ni tenía ganas de salir, porque me había pasado el día despachando dulces, y las puntas de los dedos me dolían de tanto apretar cordeles dorados y de tanto hacer nudos y lazadas. Y porque conocía a la Julieta, que no tenía miedo a trasnochar y que igual le daba dormir que no dormir. Pero me hizo acompañarla quieras que no, porque yo era así, que sufría si alguien me pedía algo y tenía que decirle que no".
Estas palabras con las que quiero comenzar el post con el que arranca una nueva semana y despedimos al mes de mayo se corresponden con las primeras líneas de uno de los últimos libros que me he leído: La plaza del diamante de Mercé Rodoreda, que si me leéis recordaréis que la senté hace unos meses en este rincón - ¿Quién fue Mercé Rodoreda? - y dicho y hecho, os comenté que la leería y he comenzado con ella con un plató muy fuerte y duro.
La novela narra la historia de Natalia "La Colometa", una mujer que representa a muchas otras a las que les tocó vivir un período de la historia de España especialmente duro y cruel: La Guerra Civil y la posguerra. Al igual que otras mujeres, Colometa verá partir y morir a sus seres queridos, pasará hambre y miseria y y se verá muchas veces incapaz de sacar adelante a sus hijos. Hundida en un matrimonio que no le proporciona felicidad y unida a un hombre egoísta. Natalia renuncia a su propia identidad cediendo todo el protagonismo a su esposo, aceptando los convencionalismos de una época. Pero la vida y las circunstancias de la época obligan a Colometa y al resto de os personajes a crecer, a transformarse.
No os voy a engañar, La plaza del diamante es dura, es fuerte, te hiere y escuece, pero aún con todo esto es una historia muy necesaria, porque cualquiera que nos cuente lo que ha sido la España nuestra se debe contar, sea ficcionada o no.
La historia de una mujer que demuestra una fortaleza enorme, pero que en el fondo para mí, es digna de compasión porque no decide nada sobre su vida:
- La cambian el nombre, que es como si la encerrarán y la obligarán a renunciar a ella.
- Se casa con un hombre al que yo no se muy bien si quería.
- Tiene hijos cuando nunca pensó en tenerlos.
- Tiene un palomar en la parte de arriba de su casa, cuando detesta a las palomas.
- Se ve sin trabajo y sin comida por las decisiones de su marido, cuando a ella ni la importa, ni la interesa, ni entiende.
Según me ha contado mi madre, hace unos años -bastantes- hubo una serie que TVE sobre este libro, y yo lo descubrí gracias al programa Un libro una hora, por lo que no hago la pregunta y os recomiendo profundizar en la vida de esta joven catalana a la que la guerra y la posguerra la cambia para siempre.
Muchos besos rinconeros y rinconeras y espero veros mañana en un nuevo mes :) :) :) :) :)
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