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miércoles, 14 de noviembre de 2018

Sentimientos a prueba de dolorosas verdades: El árbol de la sangre


Como os decía hace unos días en el post de los viernes sobre los estrenos de cine, la primera película española que vi en el cine sola (es decir sin la compañía de mi madre) fue Los amantes del círculo polar, la ópera prima de Julio Medem, un film que me desgarró el alma y el corazón e hizo que desde ese momento no fuera algo tan raro para mi ir a ver cine español en pantalla grande.

Lucía y el sexo, La pelota vasca, Caótica Ana, Habitación en Roma (una de mis cinco películas favoritas), Ma Ma, han sido títulos que por supuesto he visto y tengo en mi casa en formato dvd o blue ray, ¿Así que cómo no ir a ver El árbol de la sangre?


Marc y Rebeca son una joven pareja que viaja hasta un antiguo caserío vasco que perteneció a su familia.

Allí escribieron la historia común de sus raíces familiares, creando así un gran árbol genealógico donde se cobijan relaciones de amor, desamor, sexo, locura, celos e infidelidades, y bajo el que también, yace una historia repleta de secretos y tragedias.

Una película muy hipnótica en lo visual, en lo sonoro, en la historia y en el dolor que se palpa, una catarsis de verdades para los no todos los corazones pueden estar preparados.


Medem nos ha regalado,, regalado, la construcción de una historia volcánica dónde los personajes guardan secretos que pueden provocar dolor, pero como el amor y el sexo es algo purificador y reparador.

Una película donde los actores y actrices hacen un trabajo impresionante haciendo que el espectador y la espectadora vibremos y sintamos esta historia como parte activa, de forma tormentosa y delirante.

¿La habéis visto? ¿Os la recomendaría?

Hombre, es que sin dudarlo un solo instante porque nos encontramos ante una verdadera obra de arte donde la violencia, el amor y el dolor que vive la pareja como os comentaba puede llegar a ser purificador y esperar que un nuevo futuro sea posible.

Muchos besos rinconer@s y nos vemos mañana con más pero no se si mejor que esa miradas de Úrsula Corberó y Álvaro Cervantes.

:) :) :) :) :)




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