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jueves, 11 de marzo de 2021

Descubrir a Pilar Pons ha sido un antes y un después en mi vaginismo

Tenía mucho miedo y sentía mucha vergüenza de que llegará el día de hoy para sentarme a compartir algo que me lleva acompañando más tiempo del deseado, pero mi deseo que este post ayude a otras chicas o mujeres que estén pasando lo mismo que llevó pasando desde aquella primera vez que traté de ponerme un tampón siendo muy joven y no pude, es más fuerte que la vergüenza que me va a dar publicarlo.. 

Aquella primera vez que trate sin éxito de ponerme el tampón fui al ginecólogo pero como todavía era virgen me dijo que no me iba a hacer un reconocimiento ginecológico y que lo mismo no había podido por los nervios y estos podrían haber provocado ese dolor y no poder introducírmelo.


Me he pasado toda mi juventud sin poder ir a la piscina o a la playa los días que he estado con la regla, porque los tampones seguían sin entrar, y el agobio llegó a unos límites que no lo volví a intentar, y me inventaba excusas para no ir a la piscina en verano, planear las vacaciones según las cuentas de que no me bajará, para que no me jodiera el verano.

Llegó mi primera relación sexual y no me acordaba de que los malditos tampones no me entraban, pero aquella vez casi no podía ni entrar el pene de mi pareja, me dolía, me dolía muchísimo por lo que decidí volver a ir al ginecólogo. El recuerdo de aquella revisión sigue pegado a mi, y siempre me provoca mucha angustia, cuando me introdujo los dedos el dolor fue inmenso se me saltaron las lágrimas, salí doblada de la consulta, con el diagnóstico de tener un tabique vaginal que se debía operar. A esa revisión le siguió una depresión porque algo en mi volvió a hacer click en esa revisión, un recuerdo que había enterrado en un cajón. Ese intervalo de tiempo entre el 2008 y casi 2010 fue de muchísima pena para mi y de angustia para los y las que me rodeaban porque me metí en un bucle tan malo, que solo trataba mal a los que estaban a mi alrededor, cuando en realidad la que se encontraba mal era yo, la que se sentía sucia era yo, la que se sentía una inútil era yo.

A esa horrible revisión le siguió otra con otro ginecólogo que tuvo la delicadeza de tratarme con empatía y cariño y me sacó aquello que tenía clavado y me sacó por primera vez la palabra que quiero compartir hoy, sufría vaginismo, un problema que por lo hablado con él se debería a un origen psicológico,  por lo que me mandaría a psiquiatría para mi valoración, y me pedía que estuviera tranquila porque en caso de seguir así me harían una pequeña intervención.

Llevo muchos años arrastrando ese vaginismo como una losa:

- Me he sentido una inútil y muy culpable por no llegar a tranquilizarme y tener una normalidad ginecológica.
- He sentido y todavía siento -aunque en menos medida- un enorme rechazo por mi cuerpo, y en concreto con mi vagina, llegando a sentir asco por ella.
- He seguido sintiendo dolor cuando mantengo relaciones sexuales.
- Me he dicho en multitud de ocasiones que soy gilipollas por no poder usar tampones y que mi vida en verano giré alrededor de tener o no la regla.

Por supuesto ni hablar de revisiones ginecológicas porque han sido imposibles, no se puede ver bien porque todo esta muy cerrado, por lo que hace un año y medio me recomendaron que harían una intervención para quitarme el himen, pero que debía ser constante con los ejercicios que me mandarán porque sino se me volvería a cerrar y por supuesto me dejaron claro que todo sería por mi culpa.

Llegó la pandemia y por supuesto mi vagina quedo relegada a un trigésimo plano, porque con todo lo que estábamos pasando no iba  dedicar mis energías en poner solución a algo que me araña y daña tanto.

Como os comenté el año pasado uno de mis grandes descubrimientos han sido los Espacios de Igualdad de Madrid, acudiendo de forma regular a talleres y apuntándome a sesiones informativas y formativas - por poneros un ejemplo, ayer terminé un curso de casi dos meses en el Espacio de Igualdad Dulce Chacón de promotora de igualdad-. En diciembre descubrí la gran sorpresa y por la que espero poder ayudar a alguna mujer que me esté leyendo o me lea. A través del Espacio de Igualdad María Zambrano me apunté a un taller sobre vaginismo.

No creo que lo lea pero desde aquí le quiero mandar un abrazo enorme a aquella mujer que dio la sesión, que fue un despertar pero también provocó en mi un dolor que a día de hoy trato de calmar desde el amor, el conocimiento y el respeto a mi cuerpo. Aquella mujer contó su experiencia en primera persona con el vaginismo, y no se como deciros lo que sentí mientras hablaba porque parecía que me conocía y estaba hablando de mi, de mis vivencias... Muchos años creyendo que el vaginismo era de origen psicológico y poco más que me lo provocaba yo porque no sabía mantener la calma y me obsesionaba con el dolor, para la tarde de aquel viernes descubrir que el vaginismo es una contractura en la entrada de la vagina, y como tal contractura se puede tratar con fisioterapia. Ella ya estaba recuperada, recuperada del vaginismo!!!

Cuando salí de aquella reunión de zoom me fui a la habitación de mi madre me tumbe a su lado, y no podía parar de llorar, llevo mas de media vida sintiendo una culpa y una vergüenza terrible y resulta que todo era eso, una maldita contractura. En esa sesión me dijeron un nombre Pilar Pons, una terapeuta del suelo pélvico y experta en tratamientos en mujeres con vaginismo, y me recomendó que antes de contactar con ella buscará su libro: El silencio pélvico y me leyera porque hay mujeres que solo con las indicaciones del libro habían puesto solución al puto vaginismo. Es decir ¿Qué el vaginismo tiene solución sin tener que tener una intervención donde sentirme más humillada y pasar un post operatorio doloroso?



Hace unos meses que me leí el libro de Pilar al que le han seguido leerla en instagram, buscar información sobre su trabajo y tratamiento, escuchar su podcast en Spotify.



Llevó unos meses tratando de reconciliarme con esa parte de mi cuerpo que tanto despreciaba y odiaba, mi vagina. A ver recuperarte es un camino en el cuál debes hacer los ejercicios todos los días y no ponerte plazos pero si tomar conciencia de si de verdad quieres que esa etapa quede en el pasado.

Leer el libro me provocó un llanto amargo, callado y doloroso, porque iba leyendo testimonios de mujeres que habían pasado por los mismo procesos y dolores del alma que yo, y joder han mejorado, llevan sus revisiones ginecológicas con normalidad, pueden ponerse tampones o copas menstruales, pueden mantener relaciones sexuales sin dolor... Se abría un mundo nuevo ante mi en donde dejar de lado ser la provocante para poder ser la solución.



De momento no me he puesto en contacto con Pilar porque mis recursos económicos en la actualidad son muy limitados, pero día a día cosas que antes rechazaba como amar cada parte de mi cuerpo, incluyendo la vagina, ese órgano escondido que tanto dolor me ha dado -pero que muy poco a poco porque voy sin plazos- la percibo y palpó con menos tensión, con menos dolor, más abierta a una nueva vida en donde no descartar nada, incluida por la maternidad 

La maternidad no es algo que jamás me haya planteado es más siempre he pensado que no quería, pero si me sentaba a analizarlo desde la claridad y la sinceridad que da hablar contigo misma ¿No quería o no podía? Ni de niña hablaba de cuando fuera madre, porque nunca lo quise, pero a día de hoy pienso que sigo sin querer pero que no quiero que ese vaginismo me limité hasta las decisiones sobre mi vida futura. 

Lo primero para mi es ir mejorando y dejar estos horribles años en el pasado, sin olvidarlos porque es imposible y forman parte de mi vida, pero si impidiendo que sigan perpetuándose en el tiempo y que si soy madre o no la vida me lo irá marcando, porque lo que es mi pareja, le importa un pepino, somos muy felices el uno con la otra, o la una con el otro; pero que le vaginismo no limite más nuestra felicidad.

Este tiempo antes de sentarme a compartir este post he tenido tiempo de pensar en que si estoy poniendo mis ganas e ilusión en superar mi vaginismo no es por mi pareja, sino por mí, porque me lo merezco y ahora se que una nueva vida me espera ilusionante y sin trabas.

Mi objetivo es llegar a contactar con Pilar Pons y poder hacer con ella los talleres que realiza mensuales a través de zoom donde da pautas a las mujeres para ir haciendo los ejercicios, pero de momento económicamente no me es imposible, así que día a día, pongo empeño en hacer caso a las instrucciones del libro e ir avanzando, porque si algo es seguro a día de hoy, es que del vaginismo se sale y voy a salir.

Por lo que si me estás leyendo solo te puedo decir, que entiendo el dolor que esto te provoca, pero no estás sola porque somos muchas mujeres como he ido descubriendo que han pasado por esto, si ellas pudieron, tú también.

Entiendo la culpa que has cargado, pero esto no es tu culpa como tampoco es la mía, igual que nos contracturamos el cuello, la entrada de nuestra vagina tiene una contractura y como tal que tratarla.

Entiendo la vergüenza que has pasado y pasas, pero no nos merecemos vivir con ella, porque nosotras no hemos hecho nada para provocarlo.

Entiendo el miedo a enfrentarte a esto, pero eres fuerte e igual que otras han podido, tú vas a poder. Se que es muy complicado pero aparca el dolor, visualiza tu vida sin vaginismo y a por ello.

Porque han podido, porque vas a poder y porque yo estoy pudiendo, de verdad no es fácil dejar de lado todo eso que llevamos arrastrando pero el fin de todo, bien merece la pena el esfuerzo.


Pilar tiene su consulta en Barcelona, y además del libro, el podcast, página web, la podéis encontrar en Instagram con la cuenta con su propio nombre y fundó con mujeres que han superado el vaginismo una asociación, ANVAG.

Espero haberos podido servir de ayuda con mi testimonio, yo os aseguro que me da a dar una vergüenza horrenda compartir esta parte tan íntima de mi, pero me ayuda a saber lo fuerte que soy y que ahora sí que sí, sé que podré superar el vaginismo.

Muchos besos rinconeras :) :) :) :) :)



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