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lunes, 29 de marzo de 2021

Pornografía: el placer del poder de Rosa Cobo

Estoy muy contenta de sentar en este rincón tan mío pero también tan vuestro -de los que me leéis de forma habitual o solo una vez- a una de mis grandes maestras feministas, Rosa Cobo. Sus trabajos alrededor de la industria pornográfica y prostitucional son una constante y a mi me han enseñado y me enseñan a ver las cosas de otra forma y ser más crítica, poder sentarme aquí y hablar claramente de mis opiniones, que por supuesto se basan en solicitar la abolición de la prostitución y la gravedad para la integridad de las mujeres que implica la industria de la pornografía.

La señora Cobo es la mejor forma que he encontrado para comenzar esta última semana del mes de marzo, un mes de marzo en el que  todo sigue floreciendo y yo trato de buscar mi sitio.


Las Navidades de este año mi madre encargó a los señores de Oriente, su último ensayo, Pornografía: el placer del poder.


Con esta obra, la feminista y académica Rosa Cobo relata una breve historia sobre los orígenes de la pornografía, al tiempo que pretende despertar conciencias y alertar sobre los efectos del consumo de pornografía, así como sobre su efectividad a a hora de construir un discurso y un imaginario de violencia misógina.

Además, el libro también aspira a visibilizar y advertir sobre la relación directa que existe entre pornografía y prostitución.

Dos frases de Rosa que quiero recalcar:

- "La pornografía es la pedagogía de la prostitución"
- "El porno no es ficción, crea realidad"

Cuando hablamos de cine porno, no hablamos de cine, sino de relatos en donde la violencia física y psicológica contra las mujeres es atroz, creando un imaginario donde éstas son objetos, y los hombres pueden hacer con los cuerpos de éstas lo que les vengan en gana. No somos tratadas como personas que tienen derecho al placer, sino que éste está al servicio del placer del hombre, haciendo éste lo que le venga en gana. 

¿Dónde está el peligro? En que esos relatos crean realidad, y lo que vemos se normaliza y se trata como si fuera lo habitual en las relaciones sexuales, y nada más ajeno a la realidad. Creo en la libertad de que cada mujer practique el sexo que quiera y como quiera, pero consensuado, no perpetrado por una industria que nos desposee de nuestra humanidad para tratarnos como objetos a los que poder hacer cualquier cosa.

Por supuesto que os recomiendo este ensayo, y sigamos construyendo otras realidades, las reales, las que nos definen como sujetos de placer y no como meros floreros con agujeros.

Muchos besos rinconeros y rinconeras y espero veros mañana con un post con nombre propio de mujer.

:) :) :) :) :)




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