Hoy solo quería compartir con vosotros y vosotras un par de post sobre teatro, pero lo sucedido ayer en EEUU, con lo que algunos y algunas denominan asalto de cuatro frikis, pero lo nombró como un golpe de intentar cambiar las reglas del juego de un Estado democrático. La verdad es que primero sentía la necesidad de sentarme a compartir mis sensaciones y emociones durante la tarde/noche de ayer, donde no os voy a engañar yo sentí verdadero miedo.
Lógicamente viendo las imágenes de algunos o algunas de las asaltantes, podríamos caer en la risa, pero nada más ajeno a la realidad. Nos encontramos ante grupos de extrema derecha, que en algunas imágenes se puede observar que iban armados, y en nombre de "salvar la democracia" entraron por la fuerza en el edificio de la democracia norteamericana. Un edificio que habría que resaltar tiene siempre unas medidas de seguridad altísimas, sobre todo después del 11S, pero ayer y después de días y días de convocatorias a través de redes sociales, mucho y muchas ya habían llegado a las calles de Washington con el propósito nada amable de que el presidente electo, Jon Biden fuera investido presidente de los EEUU.
Y esto de presidente no lo digo yo, lo dicen los diferentes estados que han llegado a recontar sus papeletas en más de tres y cuatro ocasiones, pero para algunos y algunas la democracia solo es válida cuando ganan aquellos o aquellas a las que votan.
Decenas de personas promovidas por el que todavía a estas horas sigue siendo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Un hombre que desde hace meses venía avisando que si él no salía elegido presidente de EEUU, jamás aceptaría su derrota. Vamos a ver, a este hombre le han votado más de 70 millones de personas, pero es que Biden es el presidente más votado de la historia de EEUU. Trump es un tipo que no respeta las reglas del juego, salvo que le favorezcan a él, y no lleva solo los últimos meses, lleva muchos años dando de comer a grupos que ya no es que sean de extrema violencia, sino que son racistas, pro armas, homofogos, desde la libertad que le da ese Estado de derecho que lleva años desvirtuando y ensuciando, pero oye nada que decir de las elecciones de 2016, porque para sorpresas de muchos y muchas, su victoria fue aplastante.
Pues ayer este hombre reunió a miles de personas en la ciudad de Washington para seguir con la cantinela de que le han sido robadas las elecciones, cuando todos los juzgados por cierto dominados en su mayoría por republicanos -es decir, del partido de Trump- han echado por tierra todas las denuncias sobre presuntos votos fraudulentos, porque no tienen ninguna base. Lo peor de todo es que ese discurso ha estado calando desde hace mucho tiempo, por lo que sucedió ayer son personas que de verdad creen los que les dice este señor. Ante tal violencia que se estaba viviendo lo único que dijo es que les recomendaba volver a casa y que les mandaba todo su amor. ¿Todo su amor a personas que han entrado por la fuerza, rompiendo, quemando y asaltando el edificio que todos los americanos y americanas consideran la cuna de la democracia?
Yo no se a vosotros pero a mi sorpresa inicial le fue sucediendo una sensación de absoluto miedo, porque el discurso de Trump no solo cala en EEUU, sino que en otros muchos países vemos grupos o hasta partidos políticos que siguen esa estela. Solo hay que ver la reacción de algunos políticos y políticas de este país, para darnos cuenta que lo que sucedió ayer por la tarde en Washington no es un hecho aislado, sino que a cualquier país le puede suceder lo mismo.
Pero esto que sucedió ¿Es sólo culpa de Trump? Ni mucho menos, detrás de este hombre han habido muchas personas que han ido alimentando al monstruo que lleva dentro:
- Redes sociales que le han consentido lanzar mensajes totalmente indecentes a través de sus plataformas, que son solo basados en el odio.
- Medios de comunicación escritos y visuales que le encumbraron a lo más alto, y ahora cuando se ven atacados por él, tratan de restarle importancia o quitarle el foco que le han cedido durante mucho tiempo.
- Grandes fortunas como la suya, que le han apoyado y apoyan económicamente para toda la maquinaria extrema que pone en práctica. Porque para todo eso hace falta mucho, muchísimo dinero.
- Otros países que han echo de su discurso algo propio. No hay que ir muy lejos, en España hay un partido que no solo no condena sino que alienta actos como los de ayer.
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