Y vaya sorpresa y golpe enorme nos llevamos el sábado pasado cuando nos plantamos en el teatro y vimos ese monólogo que va recorriendo todas las escenas donde Poncia tiene voz en esa casa donde se tapian las ventanas y el negro y el luto lo invadirá todo. Nos encontramos ante una Lolita absolutamente arrebatadora en cada palabra que sale de su boca, haciendo un ejercicio corporal y artístico brillante regalando un personaje fuerte, entrañable y del pueblo, como le gustaba a Federico.
"Dentro de una tormenta de niebla, Poncia, la criada de Bernarda Alba, reza por la muerte de Adela. La casa se ha sumido en un mar de silencio. Poncia habla sola y también con ellas, con Bernarda Alba y sus hijas".
Un texto que está escrito a partir de las intervenciones del personaje de Poncia en la obra de Federico García Lorca. En un profundo análisis del personaje, he rescatado las intervenciones de Poncia y las he convertido en reflexión, soliloquios, diálogos con fantasmas y sombras. De este modo, se alumbra un nuevo mirar dentro de la casa. En la obra original asistimos a una sucesión de hechos que se desarrollan en orden cronológico. Aquí, en esta Poncia, no. Ella habla después del shock producido por el suicidio de Adela. Todo ocurre después de su muerte.
La lengua de Poncia se desata en un lugar y en un tiempo prohibidos para las palabras. Poncia ajusta cuentas con las habitantes que sobreviven dentro de la casa. Descubrimos la simpatía de Poncia por la más joven de las hijas, la reivindica. “Ha muerto una hembra valiente”, dice, y se culpa a sí misma de no haber hecho más de lo que hizo.
Poncia siempre me ha sugestionado como ningún otro personaje de los que habitan en la casa de Bernarda Alba. Los personajes de las criadas encierran un enigma interesante: son testigos de los avatares de sus dueños y amos, conocen la verdad del interior de las casas y poseen la filosofía oculta de las clases populares.
Escuchamos la voz de la criada para iluminar los rincones oscuros de la obra de Lorca. Poncia habla de suicidio, libertad, culpa, clase, educación y sexo. Y lo habla con toda la fuerza de una voz que ha sido maltratada y callada. El alma de "la Poncia" se abre para insistir en la necesidad de transferir a los demás la idea de amarnos en libertad.
La lengua de Poncia se desata en un lugar y en un tiempo prohibidos para las palabras. Poncia ajusta cuentas con las habitantes que sobreviven dentro de la casa. Descubrimos la simpatía de Poncia por la más joven de las hijas, la reivindica. “Ha muerto una hembra valiente”, dice, y se culpa a sí misma de no haber hecho más de lo que hizo.
Poncia siempre me ha sugestionado como ningún otro personaje de los que habitan en la casa de Bernarda Alba. Los personajes de las criadas encierran un enigma interesante: son testigos de los avatares de sus dueños y amos, conocen la verdad del interior de las casas y poseen la filosofía oculta de las clases populares.
Escuchamos la voz de la criada para iluminar los rincones oscuros de la obra de Lorca. Poncia habla de suicidio, libertad, culpa, clase, educación y sexo. Y lo habla con toda la fuerza de una voz que ha sido maltratada y callada. El alma de "la Poncia" se abre para insistir en la necesidad de transferir a los demás la idea de amarnos en libertad.
Una Lolita que desde el desgarro, emoción, carácter y fuerza nos va regalando a través de una escenografía sencilla un personaje épico, único en el que la corporalidad y la energía se van mezclando regalando una hora y diez de puro talento. En serio creo que Federico sigue viviendo como dice Ana Bernal en su trilogía sobre el poeta. Vive cada vez que le nombramos o representamos sus obras y personajes encima de las tablas. Y la Poncia de Lolita estoy segura que pasará a la historia del teatro.
Desde el 26 de noviembre por algunas semanas podéis disfrutar de esta fiera escénica.
Un beso muy fuerte rinconeros y rinconeras y os veo mañana con los estrenos de cine de la semana.
:) :) :) :) :)


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