Creo no ser la única que tenía ganas de que finalizará este año que para mí ha sido el de la poca estabilidad mental, las emociones llevadas al límite, los muchos nervios, infinitas lágrimas, pero ahí casi al final, la alegría más grande.
El 2020 lo despedí con la ilusión de la llegada de las vacunas de la Covid-19, alejada de mi gente, estando en ERTE y con los nervios de punta. Solo los y las que hemos pasado por la incertidumbre de no saber que iba a pasar con nuestros trabajos me podréis entender. Una sensación de caer al vacío y no saber si el paracaídas se va a abrir.
Un 2021 al que también le tengo que dar las gracias: primero, por haberlo podido vivir, vivir siempre es el mejor de los regalos.
Segundo, por haber podido disfrutar aunque fuera en la distancia de la gente que quiero y me quiere. Ver como algunas de esas personas han podido encontrar sus sueños: comenzar en un nuevo trabajo, ser madre, encontrar el amor...
Tercero, haberme vuelto a mostrar ese refrán que me lleva taladrando la cabeza desde que era niña y que mi madre me repite muchísimo: Cuando todas las puertas se cierran, siempre aparece una pequeña luz.
Cuarto, poder volver a trabajar con todos los miedos del mundo, pero con ganas e ilusión, porque aunque estuviera muy mal pagado y haya pasado en ese centro de la Calle Amparo las de Caín, me encantaba mi trabajo. Y he podido disfrutar cuatro meses de compañeras y esos locos y locas bajitas que tanto han llenado mi corazón de amor y a los que tanto voy a echar tanto de menos.
Quinto, disfrutar del amor, de ese amor que no te encierra ni te asfixia, sino que te hace crecer y sentir cada día sentimientos muy bonitos. 14 años y medio después de haber comenzado con mi chico estoy muy agradecida a la vida de darme la oportunidad de querer y ser querida, de respetar y ser respetada. De escuchar cada mañana el despertador y verle levantarse sin quejas para que en casa jamás nos falte de nada. Todas las ensoñaciones que tuve de niña se diluyeron cuando comencé con mi chico, el hundió la fantasía de niña Disney y me enseñó lo que es amar a otra persona.
Sexto, que me haya regalado el volver a ver a mi padre. Una relación que muchas veces ha estado sobre un hilo muy fino pero de la que pese a todo me siento contenta y orgullosa. Contenta de que aunque sea en la distancia poder seguir disfrutando de él, y orgullosa, porque el rencor no venció, sino el amor. Ese aunque aunque digan que no, mueve el mundo.
Séptimo, por darme una pequeña tregua en este último tramo del año en la espondilitis. Llevo arrastrando un brote desde hace más de un año y aunque ando de pruebas, soy consciente de la enfermedad que tengo y que lo emocional es mucho peor para mí, que lo físico. Y en lo emocional he pasado por muchas subidas y bajadas que han hecho que mi cuerpo me diera un aviso en junio con un ataque de ciática feroz.
Octavo, por haber podido cambiarme de trabajo porque era algo que perseguía desde hacia mucho tiempo. Me he ido con pena pero con amor, fuerza e ilusión por lo que está por venir. Una nueva etapa siempre da algo de miedo, pero le vence las ganas de ver que va a venir.
¿Qué le pido al año nuevo? Pues poco la verdad, ya sabéis lo típico:
- salud para mí y la gente que quiero y quiero;
- que por fin vayamos dando carpetazo a esa pandemia que nos está poniendo a todos y todas a prueba;
- que la vida le de una tregua a mi madre;
- poder ver a mi prima de cerquita porque la echo muchísimo de menos, aunque si lees este espacio cariño mío, te digo que seas feliz, en donde sea y con quien sea, pero se feliz;
- empezar con buen pie en el nuevo trabajo;
- casarme con el hombre al que quiero;
- volver a retomar los estudios, esta vez en la universidad, y así cumplir un sueño vital;
- soluciones reales para la pandemia machista.
¿Cuáles son vuestros deseos para el 2022?
¿Con qué cosas o personas os quedáis de este casi casi pasado 2021?
Sea lo que sea por favor, recordar tener cabeza, que todavía la pandemia está ahí en un momento muy delicado y donde cuidarse para cuidar es vital para muchos y muchas.
Yo os doy las gracias por un año tan intenso donde he podido compartir, escribir y lo que es más impresionante que alguien al otro lado lea estas líneas. Este blog fue el mejor de los proyectos, el mejor de los regalos y el más tierno consuelo.
Feliz año rinconeros y rinconeras. Y como no podía ser de otra forma me quiero despedir con una canción que descubrí hace pocos días pero que me enamoro.
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