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martes, 22 de diciembre de 2020

Sumergida en los dramas rusos: Tío Vania de Antón Chéjov

Cuando me terminé Mujeres del alma mía de Isabel Allende, sentí la necesidad de cambiar el registro de libros que me iba a leer, aunque los textos feministas seguirán estando presentes, y las novelas  forman parte de mi esencia como lectora, sentí la energía desbordante de volver a leer teatro.

Y así mirando la balda de encima de la puerta del salón, me encontré con el libro que comprende la trilogía de grandes obras de Chejov. Un autor ruso que hacía más de una década que no cogía entre mis manos, porque hubo un tiempo pasado que fue muy feliz, donde vivía por y para el teatro.

Durante tres semanas os iré compartiendo las diferentes obras de Chejov que he vuelto a releer y disfrutar, porque el teatro es vida, y la vida hay que leerla.


Tío Vania es el cabeza de una familia de campo en la Rusia de finales del S. XIX. Lo ha guiado el deber ser y sólo ha vivido para los demás postergando sus propios anhelos. En plena crisis vital por su sentimiento de fracaso individual, por la frustración que lo asfixia en una edad donde ya no puede dar golpes al timón, Vania se subleva debido al regreso de Serebriokov, su es cuñado y marido de Elena, una mujer mucho más joven que él, y de quién Vania se ha enamorado.

Éste ve frustradas sus ilusiones; de igual manera que su sobrina que está enamorada de un doctor, que como en todas las obras de Chejov, tiene plena conciencia del desamparo existencial en el que se mueven todos los personajes de la historia.

Una obra que va mucho más allá del desamor o los sueños vitales aplazados y no cumplidos, una historia que también va forjando la lucha de clases que había en esa época en Rusia y como las ideas bolcheviques iban poco a poco calando en los estratos más inferiores de la sociedad pero también en los altos.

Chejov en toda su obra en general, y en Tío Vania en particular, nos va enseñando las cartas de los personajes:

- Sus caracteres
- Sus sueños
- Sus anhelos
- Sus amores

Y así poco a poco y a través de diálogos muy profundos vamos intuyendo el hartazgo de Vania y como la rueda de la vida da vueltas y vueltas, y puede haber ocasiones en donde todo vuelva a como se empezó, por lo que el enfado ha sido evidente pero en el fondo, no has hecho nada para cambiarlo.

No se si alguna vez habéis tenido a Chejov en vuestras manos pero su teatro es una delicia, para los y las amantes del género. Así que sí, os lo recomiendo para estas navidades.

Que jamás nos falté una historia entre las manos.

Muchos besos rinconeros y rinconeras y mañana os veo con dos recomendaciones de obras de teatro para este largo puente navideño.

:) :) :) :) :)


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