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miércoles, 29 de mayo de 2024

Make this life yours

Hace cinco días estaba sonando el despertador a eso de las 5 de la mañana porque el día soñado toda una vida y organizado en ocho meses llegaba, David y yo comenzábamos un viaje que duró unas 10 horas hacia Nottingham, porque el sábado 25 en su estadio de fútbol, el Forest celebraba el primero de sus conciertos en la ciudad Take That, el grupo de mi vida.

Un grupo que escuché por primera vez con menos de 10 años en aquel cassette que me trajeron los Reyes que era un bus amarillo, en el que sin parar de dar vueltas a la cinta, escuchaba canciones como Relight my fire, Pray, Never Forget, Babe... Y allí esa pequeña niña que fui ilusionista, tímida y soñadora, pensaba: "que pasada sería verlos".

Pero a mediados de los 90, la primera separación del grupo llegó y porque negarlo, las lágrimas. Tendría que buscar en las cajas de casa de los padres de David, pero debo tener guardada la cinta con aquel pequeño concierto en la 1, presentado por el gran Joaquín Luqui. No se la de veces que lo llegué a ver, bailar y llorar...

Con el paso de los años el grupo siguió en mi vida, volvieron con canciones como Shine o Patience... Y yo ahí erre que erre, siguiendo escuchando aquellas canciones que tanto me marcaron.

Sino me falla la memoria en mis comienzos con David hace casi 17 años, me regalo el disco de aquella cinta que yo había destrozado en el bus amarillo.

A finales del septiembre cotilleando por redes sociales, llegué al cartel que me ha tenido nerviosa casi nueve meses, porque el grupo salía de nuevo de gira y aquella niña llamó a la puerta durante días, recordándome que solo vivimos una vez y que ese sueño era común.

Tras unas primeras reticencias de David, me planté en Ticket Master y compré dos entradas para el sábado 25 de mayo en Nottingham, pero ¿Cómo llegar a esa ciudad del Norte de Reino Unido?

Después de:

- Un vuelo a Londres.

- Tren destino la ciudad.

- Metro dirección St Pancrass and King´s Cross

- Y tren dirección a la ciudad del concierto...

... A eso de las tres de la tarde -hora inglesa- llegamos a la ciudad. Una ciudad que nos recibió gris, con chispeo y que nos ha regalado lo que yo denominó, el viaje. Porque he hecho muchos viajes, con ilusión y ganas pero nada comparado con éste.

Nos tuvimos que ir al hotel a eso de las siete y pico de la tarde porque no podíamos con nuestro cuerpo y necesitábamos coger fuerzas porque al día siguiente llegaba el día grande, el deseado concierto.

Y aunque tengo el móvil lleno de fotos y videos de ese día, me vais a permitir, que me los guardé para mí, mi privacidad y disfrute. Pero la hora se acercaba y comenzó encima con una canción que le puse a David hace unos meses y me dijo: quiero escucharla en directo. Y desde el sábado pasa a ser nuestra, por lo que significa, por lo especial, por las lágrimas que derrame y hasta los gritos cuando esa figurada pantalla se abrió y aparecieron Mark, Gary y Howard.

Todavía sigo con mucha resaca física, pero sobre todo emocional, pero solo os puedo decir que lo viví,  gocé, baile, canté  lloré, porque ahí estaba la niña que fui cantando y bailando las canciones de su vida.

Y ahí estaba Mark Owen y esa niña que miraba y miraba su cara en sus posters, bailaba y bailaba.

Y ahí toco Gary Barlow Back for good al piano desde la emoción y el festejo de seguir celebrando la música.

Y ahí estaba Howard, bailando y hablando sin parar.

Y por encima de todo estaba yo, acompañada de mi compañero de vida, compartiendo una noche difícilmente olvidable, que cuando terminó llamó a su madre y primero, la dijo que la quería y segundo, la dio las gracias por pagar su entrada para la noche de su vida.

Poco más puedo decir, solo que a mediados de julio los volveré a ver Las noches del Botánico de Madrid -porque sí, después de tener casi todo reservado y pagado hicieron público que venían a Madrid- y aunque lo disfrutaré a tope con intensidad y emoción como me sale siempre todo, nada se podrá comparar con unos días inolvidables, en una ciudad preciosa y con Take That como banda sonora de ese viaje que se queda en mí para siempre.

Comencé los 40 con dolores y lágrimas, pero este regalo de viaje me ha reconciliado con cada día malo y dolor.


Prometo un día con tiempo y menos cansancio, sentarme a compartiros los rincones de Nottingham y el Hostel donde estuvimos alojados, porque bien se merecen un post.

Un beso muy fuerte y espero veros esta noche con una mujer que mostraros :P




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