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lunes, 31 de julio de 2023

Para devorarlo y sufrirlo: El viento conoce mi nombre.

"Viena, 1938. Samuel Adler es un niño judío de seis años cuyo padre desaparece durante la Noche de los Cristales Rotos, en la que su familia lo pierde todo. Su madre, desesperada, le consigue una plaza en un tren que le llevará desde la Austria nazi hasta Inglaterra. Samuel emprende una nueva etapa con su fiel violín y con el peso de la soledad y la incertidumbre, que le acompañarán siempre en su dilatada vida.

Arizona, 2019. Ocho décadas más tarde, Anta Díaz, de siete años, sube con su madre a bordo de un tren para escapar de un inminente peligro en El Salvador y exiliarse en EEUU. Su llegada coincide con una nueva e implacable política gubernamental que la separa de su madre en la frontera. Sola y asustada, lejos de todo lo que le es familiar, Anita se refugia en Azabahar, el mundo mágico que sólo existe en su imaginación. Mientras tanto, Selena Durán, una joven trabajadora social, y Frank Anglieri, el exitoso abogado, luchan por reunir a la niña con su madre y por ofrecerle un futuro mejor.

Basado en presente y futuro se entrelazan para relatar el drama del desarraigo y la redención de la solidaridad, la compasión y el amor. Una novela actual sobre los sacrificios que a veces los padres deben hacer por sus hijos, sobre la sorprendente capacidad de algunos niños y niñas para sobrevivir a la violencia sin dejar de soñar, y sobre la tenacidad de la esperanza, que puede brillar incluso en los momentos más oscuros".


Cuando todavía era una niña mi tía Choni me regaló Paula, el primer libro de Isabel Allende que he tenido en mis manos. Fue tal impacto que me causo ese diario en el que una madre se abre en canal para despedirse de su hija, que ahí sentí que esa autora me acompañaría toda mi vida. Entre mis primeras lecturas adultas estuvo La casa de los espíritus, que me he leído más de una vez. Y cada año, cuando Allende saca libro es una obligación ir a comprarlo y caerme entre sus páginas.

El viento conoce mi nombre, ha sido uno de los más duros, en el fondo, por lo que se narra, por cómo se hace, por esos niños y niñas que sufren la violencia sin poder evitarla, y, por ese final durísimo que aunque con esperanza te enseña una vez más, como la violencia que vivimos es un terrorismo a nivel mundial. 


Un libro que se hace adictivo y fácil de leer, pero según vas avanzando, el estómago se te encoge más y más, porque lo peor es que lo que ahí se cuenta ha sido verdad, puede que con otros nombres y rostros, pero es verdad.

Una historia necesaria, que nos debe hacer pararnos y ver donde queremos ir y lo que estamos dispuestos y dispuestas a tragar, porque la violencia nunca es el camino y los niños y niñas no deberían vivir esas situaciones que les marcará los adultos y adultas que serán.

Leerlo, sufrirlo y disfrutarlo. Gracias a la señora Allende por hacer que la lectora voraz que llevo dentro siga aprendiendo, cuestionándose y posicionándose.

Un beso enorme y espero veros dentro esta tarde/noche con una de los pelis del verano y año :P


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