Tenía muchas ganas de ir al cine a ver la ópera prima de Juan Diego Botto, En los márgenes. Aunque podía intuir que lo que se vería no sería agradable sinceramente después de unos días la sigo digeriendo y me sigue doliendo. Porque a la par que estoy escribiendo este post, una familia puede estar sufriendo los trámites de que la desahucien de sus casas. Un dolor, una angustia, una ansiedad, un terror, un miedo... no solo a perder una casa, sino lo que ello implica, porque es como perder la vida. Hoy mismo al lado de mi casa se ha conseguido paralizar un desahucio de una mujer con discapacidad de 80 años y su hija.
"La cuenta atrás de tres personajes con tres historias entrelazadas que tratan de mantenerse a flote y sobrevivir 24 horas claves que pueden cambiar para siempre el curso de sus vidas. El fin explora el efecto que una situación de estrés económico tiene sobre las relaciones personales y cómo el afecto y la solidaridad pueden ser un motor para salir adelante".
Ya solo los primeros cinco minutos de la cinta me hizo revolverme en el asiento, y echarme a llorar.
LO MEJOR DE ELLA:
- Esa angustia y estrés constante que se vive desde el primer al minuto hasta el último. Siendo tremendamente fiel a la realidad. Uno de los fines del cine es ser reflejo de la vida y esta peli lo es.
- Penélope y ese imán que lleva intrínseco cuando se pone delante de una cámara y te la crees.
- Luis Tosar, su sudor, sus carreras y esa esperanza en que todavía existe gente que pone sus saberes, profesiones y tiempo a favor de otros y otras.
- Adelfa Calvo y Font García.
- El color que la envuelve.
- Una conversación cruzada entre Penélope y Juan Diego Botto que te salta como cristales a la cara.
- Un guion que no rellena sino que cuenta, comparte y hace reflexionar.
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