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jueves, 2 de julio de 2020

Betty Friedan y su valentía de poner nombre a lo que padecían muchas... La mística de la feminidad

Cuando por fin se aprobó el ERTE en el que me ha metido la empresa para la que trabajo, después de días de nervios, insomnio, enfados y muchos, muchos lloros, decidí con el primer cobro, hacerme un regalo, un regalo en forma de libro que venía dado, gracias a la serie de la que os hablé hace unos días, Mrs América.

La mística de la feminidad se había convertido para mi en un libro, donde encontrar respuestas a muchas preguntas, y cuando lo terminé se ha convertido en uno de mis libros de cabecera sobre feminismo.


Clásico del pensamiento feminista que se publicó originalmente en EEUU en 1963. Se trata sobre todo de un libro de investigación respaldado por un abundante trabajo descriptivo, y sólo como consecuencia de ésto se acaba convirtiendo en un libro militante, lo que le aproxima al otro gran clásico del S. XX, El segundo sexo de Simone de Beauvoir.

Friedan llama "mística de la feminidad" a esa imagen de lo que se consideraba "esencialmente femenino", eso de lo que hablan y a lo que se dirigen las revistas para mujeres, la publicidad y los libros de autoayuda.

Es un horno moral, fabricada en esos años, en la que se pretende, como en un lecho de Procusto, hacer vivir a todas las mujeres. Es algo inauténtico que, si se intenta llevar a cabo, produce consecuencias cada vez más graves.


Comienza por un difuso malestar y termina por producir enfermedades verdaderas.

Precisamente el libro comienza con un capítulo titulado "El malestar que no tiene nombre".

Estamos ante un libro extraordinariamente influyente que ha resultado ser decisivo en el acompañamiento de uno de los cambios sociales más determinantes del S.XX: la posición y la autoconciencia de las mujeres como grupo.


Un libro que va mostrando capítulo por capítulo como ese "mal femenino que no tenía nombre" era común, muy común, porque practicamente todas las mujeres norteamericanas de los 40, 50 y 60 lo padecieron, cuando se dieron cuenta que sus idílicas y familiares vidas como amas de casa no las hacia estar llenas de felicidad como ellas habían soñado o las habían hecho creer.

¿Os lo recomendaría? Por favor, ¿Lo dudáis?

Esa mística de la feminidad es que la que padecen muchas mujeres todavía a día de hoy, porque si quieres trabajar en casa me parece perfecto, pero en mi opinión no solo el cuidado de tu familia y de la casa puede dar la felicidad, ésta también se puede y se debe buscar fuera de los muros de ella, porque todos los seres humanos necesitamos autorrealizarnos.

Muchos besos rinconeros y rinconeras y me despido felicitando a mi pareja, el hombre con el que uní mi vida hace casi 13 años, con él que he recorrido mucha carretera y la que nos rondará chuchy.

Muchas felicidades cariño, que bonito que vaya pasando la vida, y cuando miro a mi lado te vea, te quiero

La imagen puede contener: 4 personas, incluido Natalia García Pérez, personas sonriendo, personas de pie

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