Hace una semana en el Radar de Novedades del Canal online de música de Spotify, me ponían la canción con la que abro el post de hoy de la que es para mi una de las grandes diosas vivas de la canción Aretha Franklin.
¿Por qué? Puff difícil escribir con palabras lo que me pasa por el cuerpo cuando la oigo:
* Por su arrolladora y potente voz.
* Por ese carisma y esa forma de cantar tan personal.
* Por dar siempre su toque personal a cada tema que pasa por su garganta.
* Porque solo oír su voz ya me anima y levanta los días.
* Porque es de esas voces que hacen que la música y la vida merezcan la pena.
* Porque en mi caso, cuando la escucho siempre me sale una sonrisa y los pies de forma irremediable se ponen en movimiento.
Y es que el último trabajo de esta señora es cantar con La Royal Philarmonic Orchestra en el disco ¨Brand new me¨. Y a mi por lo menos escuchar su voz con esos instrumentos que te llegan tan a dentro de fondo hacen que se me desborden las emociones, tenga ganas de andar y pisar fuerte por la calle.
Porque quizás en esos consiste la música ¿No? En movernos, en emocionarnos, en tocarnos la patata, en hacernos bailar en cualquier lugar y momento, en definitiva, en hacernos sentir vivos y vivas.
Y eso me pasa con ella, por eso este breve post de hoy, quiero dedicárselo no solo a la reina, sino a la música que nos hace que la vida a ratos sea un poco más fácil, porque no hay pena más llevadera ni alegría mejor celebrada que con una buena canción de fondo.
Porque como dice el maestro, Alejandro Sanz, la música no se toca.
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