Así como llego la primera temporada de una de las mejores series de Netflix sin hacer ruido, Hearstopper, llegó la segunda, prometiendo profundizar en la relación entre los dos protagonistas y todo su grupo de amigos y amigas, esta vez con un viaje a París como telón de fondo.
Si la primera temporada acababa con Nick y Charlie felices habiendo iniciado una relación juntos, aún más llamativo que eso fue el hecho de que Nick se animara a confesar a su madre que es bisexual y Charlie su novio y no su mejor amigo, tal y como había hecho creer hasta entonces.
Decían las sinopsis oficiales que iba a ser fiel a los cómics de Alice Oseman, con un viaje a París donde pasaría algo importante...
Una serie que sigue ganando por:
- La falta de etiquetas.
- El amor sin buscar nombres, solo vivirlo.
- Dejarnos entrever el futuro de la serie, con una TCA en el horizonte.
- Familias que se implican en la educación de sus hijos e hijas, no personajes de piedra.
- Un espejo donde se puede ver la adolescencia.
Ojala todos los referentes que puedan tener la gente joven en lo audiovisual fueran formatos como esta serie, llena de luz, sombras, miedos, hormonas, amor... vamos aquello que algunos y algunas vivimos con la adolescencia.
¿La habéis visto? ¿Qué os parece? No hago ni la pregunta, porque la recomiendo para todos y todas, y si tenéis gente joven en casa verla con ellos y ellas.
Os veo mañana con más buenas series.
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