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viernes, 10 de febrero de 2023

Amor del bueno, amor de madre: Todas las canciones de amor

Hace un par de semanas os senté la obra, Todas las canciones de amor y de la oportunidad única de ver encima de las tablas al que es uno de los grandes maestros de la actuación, Eduard Fdez. 

Y este jueves como segundo post, sentía la necesidad de contaros la bestialidad, la hermosura y la emoción que sentí el sábado cuando la vi. Como se me saltaron las lágrimas, como me dolían las manos de aplaudir, el shock emocional que fue verla y sentirla.


"Cuando lo inexplicable se repite una se da cuenta de que la realidad ha sido tomada por el asombro".
Desde ese asombro nos habla una mujer al final de su vida. De madre a hijo, de hijo a madre. Nuestras MADRE no tiene nombre. Las que sufren, las que buscan con desenfreno percibirse a sí mismas, no tienen nombre, como si a través de ese no nombre se pudiese nombrar a todas.

El alzheimer, el olvido, el recuerdo y el amor.

El impacto que me lleve cuando comenzó la obra no os lo puedo describir, porque a pesar de haberos compartido la sinopsis de la obra, no la asimile, quería ir a ciegas, quería no saber que me iba esperar, ni hacerme vagas ideas. Solo necesitaba disfrutar de una de las grandes pasiones de mi vida, el teatro.


Si tuviera que usar adjetivos para describirla me sería difícil porque fue un impacto ver a Eduard en escena, esa escenografía simple, llena de luces y sombras, pero muy viva, interactuando con él y tomando un protagonismo que te hace latir el corazón muy fuerte. 

El cuerpo, la voz, la presencia en escena desde que se abre la puerta, la fragilidad, los viajes de la mente, el amor que desprende. Ese amor de madre que todo lo aguante, soporta y reconforta. Esa madre que todos y todas tenemos, en la que confiar y amar sin límites, porque encontrarás amores en tu vida, pero nunca será tan fuerte y puro como el que siente tu madre por ti desde que supo que estabas ahí gestándote dentro de ella.


He tenido la suerte de ver obras y actores y actrices muy potentes que me dejaron huella:

- Blanca Portillo en Mérida haciendo de Medea.
- Concha Velasco dando vida a Juana de Castilla.
- Juan Diego Botto en Hamlet y recientemente dando vida, voz, cuerpo y alma a Federico García Lorca.
- Alberto San Juan y ese Tito Andronico.
- Pamela Palenciano y su monólogo imprescindible, No solo duelen los golpes.

Y estos y otros u otras, añado a Eduard Fdez. como una suerte, como un regalo para guardar en la caja fuerte de los recuerdos.

Muchas han sido las veces que he visto dirigir a Andrés Lima y espero que sigan siendo cientos de ellas, y de nuevo he visto esa mano, esa pureza, esas pocas aristas, esa emotividad y fragilidad lanzada a la cara.

¿Hasta cuándo podéis verla? Hasta este sábado en la Sala Verde de los Teatros del Canal, que yo no conocía y me encantó por ese encierro que vives en donde poder recibir la emoción y el sentimiento de Eduard Fdez. Nosotros pagamos 9€ por verla desde arriba y mereció la pena y por supuesto que repetiremos en los teatros.


Justo ese día, con el tema central del amor de una madre y terminar con esta canción que tanto le gusta a la mía, y que ha marcado mi vida, fueron los detonantes de haber pasado una de las mejores horas de mi vida.

Ir al teatro por favor, da igual la sala. Entiendo que muchas veces es caro, pero hay salas pequeñitas en Madrid llenas de talento, donde seguir aprendiendo, disfrutando y viviendo otras vidas, que bien podrían ser las nuestras. Gracias a mi madre, la que me pario, por hacerme amar tanto el mundo de la cultura en general y el teatro en particular. Ella siempre será la maestra de mi vida.

Un beso enorme y a la noche os veo con los estrenos de cine de la semana. 


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