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lunes, 25 de octubre de 2021

Esconderse detrás de un pseudónimo femenino

En este lunes atípico en el que no voy a compartir el último libro que me he leído, no podía dejar de hablar de literatura, o, como en el caso de hoy, sobre el pasado Premio Planeta a quién todos y todas las que la habían leído llamaban, Carmen Mola.


Desde hace muchos pero muchos siglos, han existido los pseudónimos en el mundo literario, es decir, ponerle el nombre de otro u otra a tu obra. Pero en su gran mayoría eran peudónimos masculinos, puesto que no sido hasta muchísimos siglos después cuando las mujeres han podido escribir con sus verdaderos nombres. Por ejemplo, Concepción Arenal se presentó a un concurso literario y a la obra le puso el nombre de su hijo de 10 años. Cuando se alzó con el premio y fue a recogerlo como autora, no se lo quitaron porque les dio vergüenza y no se podían creer que una mujer escribiera de esa forma.

Pero ¿Realmente las escritoras tienen las mismas oportunidades que sus homónimos masculinos?

Me pareció un absoluto engaño que detrás del nombre de Carmen Mola, no estuviera un hombre sino tres, porque ¿Por qué no darle sus nombres a las novelas? No me he leído nunca un libro de ese peudónimo porque por lo que había leído su perspectiva de género era nula, por no decir, inexistente, por lo que creí que seguramente habría un hombre tras él, demostrando una vez más que ni nos conocen ni saben nada de nuestros sueños, anhelos, cuerpos o deseos.

Me pareció un absoluto engaño que se diga que este año va a tocar el premio a una mujer como sino nos mereciéramos el mismo trato u oportunidades, cuando creo que Planeta sabía de sobra quiénes eran los hombres detrás de ese nombre, o ¿Todo fue una sorpresa?

Y ya de paso, me pareció un auténtico engaño que se use el nombre de una mujer para tapar la identidad de no uno, sino tres hombres. Mostrando por otro lado que las grandes lectoras de esta sociedad somos las mujeres, y aunque no vayamos a dejar de leer a escritores, cada vez somos más las que ponemos historias escritas por mujeres en nuestras manos y retinas, por lo que hasta nos toman el pelo.

Valga por delante que no tengo nada en contra de esos tres hombres, sino en contra de que le hayan tomado el pelo a tantos lectores o lectoras, que no estamos en el S. XV para tener que escondernos como Feliciana Enríquez de Guzmán, a quien por cierto sentaré la semana que viene.

Recordar que esta es solo mi opinión ¿Cuál es la vuestra?

Muchos besos rinconeros y rinconeras y espero veros mañana con un cuadro desconocido para mí, hasta mi última visita al Museo del Prado. Hoy os escribo tranquilamente desde mi habitación, porque por fin después de casi dos meses y diecinueve meses después, comienzo mi turno de tarde.

:) :) :) :) :)

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