He querido comenzar un día tan especial como el de hoy con esta canción de La Bien Querida, Dinamita, porque la escuche por primera vez hace unos años en un momento muy especial y expectante de mi vida. Acababa de dejar mi anterior trabajo, por uno en el que en principio me ofrecían cubrir una baja de casi un año, pero ¿Y después? Porque del trabajo del que venía estaba mal remunerado y estaba quemada como una chistorra en la sartén pero, era fijo.
Por lo que ahí saliendo del metro de Ciudad Lineal andando por García Noblejas me saltó esta canción y, al escucharla solo me salía llorar de emoción de haber podido encontrar otro trabajo, vamos que había conseguido irme de un sitio en el que me sentía mal y encerrada en lo laboral, porque en lo que se refiere a las relaciones que tenía allí, las chicas fueron y seguirán siendo mi familia laboral.
Y así andando escuchando esta canción, me rompí a llorar de alegría y de sentir que había comenzado una nueva vida para mí, y sentía, que primero, estaba preparada para el reto, y segundo, que iba a salir bien porque iba a dar lo mejor de mí.
Un año después de esas lágrimas, casi el mismo día, me dieron la noticia de que había conseguido una plaza indefinida en un puesto de más horas y responsabilidad. Por eso Dinamita es tan especial para mí, y ayer, 17 de abril, al cumplir mi vuelta 41 al Sol he querido comenzar con ella.
Miro a esa Natalia con tres o cuatro años, que era feliz, llena de sueños, y me da mucha paz interior poderla decir en alto que algunos de ellos los ha podido cumplir. Otros no, pero porque los cambió por unos caminos que le han llevado a que en este momento pese a muchas cosas que me duelen y que no estoy preparada para compartir por aquí, en el fondo soy una mujer feliz.
Feliz en lo personal, con una pareja que me acompaña, quiere y respeta en todos los caminos que tomó, con paciencia, fuerza y amor. Y con el que dentro de menos de dos meses nos uniremos en matrimonio, en una ceremonia soñada desde aquella niña que veis en el Mcdonalds de la calle Alcalá.
Feliz en las amistades, que más bien son la familia elegida, siendo testigo de cómo se han ido añadiendo miembros que lo único que me hacen sentir es amor. El amor más puro y bestia que os podáis imaginar. El sentirme acompañada en el día a día es una suerte que no puede describir.
Feliz en lo laboral. Porque tengo un trabajo me encanta y llena.
Feliz en la salud, porque aunque comencé el 2025 de "culo", de todo voy saliendo y sintiendo como de las situaciones más desagradables y extremas, voy trabajando mi fuerza y resiliencia.
Feliz en los familiar, porque aunque hay momentos que esperaría algo más, en el fondo me quedo siempre con las palabras de mi madre: no reclames lo que harías tú.
Feliz, porque la niña que veis en la foto, cuando fue creciendo, le vinieron muchos miedos, agobios e inseguridades debido a las burlas recibidas en el colegio y, a unas amistades que no eran tales. Una adolescente que creció con muchos traumas y cicatrices, que todavía a día de hoy, trato de reparar en la mejor compañía, la mía. Porque con el paso del tiempo he aprendido a quererme, respetarme y ser mi mejor compañera de viaje.
Y ahí me veis en una foto en nuestra amada Cartagena, mirando al futuro con fuerza y energía, miedos pero seguridad de que las piedras que me vaya encontrando las saltaré, porque ese camino nunca lo hago sola.
Así que rinconeros y rinconeras happy birthday to me y me despido de vosotros y vosotras con la canción de mi vida, la que llevo tatuada en el antebrazo derecho.
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