El jueves de la semana pasada compartí la obra de la que quiero hablaros, 14.4. De la que por cierto ya no quedan localidades para ninguna de sus funciones en Las naves del español en Madrid.
Una obra que en los tiempos que corren con partidos políticos hablando sin ningún tipo de vergüenza sobre los y las menores de edad que llegan a España, siendo tratadas como moneda de cambio y no como de verdad lo que son, niños y niñas solas en un país que no es el suyo, con el único sueño de tener una vida.
Muchas veces he escrito en este post sobre el poder del teatro, nos pone delante de un espejo a veces incómodo en el que ver vidas y personas que a lo mejor no son tan lejanas a nosotras. Un poder de concienciar, cuestionar, reflexionar y aprender.
14.4 es una patada enorme en el estómago, un relato en primera persona de Ahmed Younoussi, que llegó en un "unicornio" a España con 9 años después de haberlo intentado en más de ocho ocasiones. Un relato violento, duro, sobrecogedor, que te agarra fuerte en la boca del estómago y hace que respirar sea un esfuerzo. Porque es indignante que haya niños y niñas en este mundo que tengan que vivir situaciones de ese tipo, sin que los Gobiernos hagan nada, nada. Porque son solo cifras, humanos que repartir, olvidándonos que son seres humanos con sentimientos y vida a sus espaldas que no nos podemos imaginar ni en nuestras peores pesadillas.
Dejando de lado lo humano, teatralmente es perfecta en
- lo técnico;
- lo artístico, en la ambientación. Con un escenario lleno de huecos donde compartir.
- En un texto impecable, duro y recurriendo al cinismo para llegar más;
- en lo visual y sonoro, retumbando fuerte en el pecho;
- en lo interpretativo, con un Ahmed hipnótico, al que no puedes dejar de mirar y con el que llorar.
Hubo ratos de llorar sin consuelo, con rabia y dolor. Salí del teatro que no pude hablar con mi chico hasta pasado un rato, porque lo que vimos fue una apuesta teatral por la verdad, la humanidad y la irracionalidad y odio de muchos que hablan sin respeto ni educación sobre niños y niñas.
Así que desde este rincón dar las gracias. Primero a Ahmed por haber puesto su historia, voz y cuerpo a su vida. A Juan Diego Botto por haber escrito un texto tan directo sin dobles sentidos, directos como una puñalada al corazón. Y a Peris-Mencheta por haber puesto en marcha aquella conversación que tuvo con un chico joven realizando un corto cuando le dijo: un día tu historia tendrá que ser llevada al teatro. Gracias a los tres por el compromiso, por hacer un teatro real, social y humano.
Estar atentos y atentas por si vuelven a Madrid o en la gira porque esta obra, debería ser vista por todos y todas. Un beso muy fuerte rinconeros y rinconeras y ahora si que sí, hasta mañana.
:) :) :) :) :)
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