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lunes, 11 de noviembre de 2024

Silencio y respira

Llevaba días sintiéndome realmente mal por no sentarme en este rincón, en el que muchas pienso que estoy escribiendo un diario que otros y otras leen, sin pensar que opinarán de esta mujer de 40 años que hace más de una década, de madrugada cuando el agobio y la ansiedad la asfixiaban decidió abrirse este rincón y cumplir uno de sus grandes sueños, escribir.

Pero, escribir ¿El qué o sobre qué?

Esta ha sido una de la grandes preguntas que me he hecho los últimos días porque ha vuelto a mí, sin esperarla la censora que llevo dentro, la que piensa que todo lo debe hacer de forma impecable y que no se puede permitir ni un fallo, ni en lo laboral, ni en lo social, ni en lo personal, ni en lo familiar, ni en la pareja. Siempre dispuesta a censurarme, hablarme mal y exigirme tantas cosas aunque me estén ahogando.

Llevo desde final del verano adquiriendo rutinas muy necesarias para mí cuerpo y cabeza y, buscando excusas en no sentarme por aquí:

- No tengo tiempo.
- Estoy cansada.
- Se me ha olvidado.
- Mañana, seguro.
- Que mierdas estás compartiendo.

Y hoy en la soledad de mi habitación con un trancazo de narices, quiero sentarme aquí para compartir nada más esto, mi exigencia, mis excusas, mi violencia hacia mí misma, mis formas de huir hacia adelante...

Los últimos 11 días no están siendo fáciles desde que la DANA solo Valencia y Letur en Albacete y siento que por eso también ha sido necesario parar, porque me sentía una basura si me sentaba a compartir un libro, una película, una opinión, etc. Dice el refrán que cuando el silencio no has de mejorar, mejor callar.

Y aquí ha estado mi silencio prudente, necesario, un alto en el camino para hacerme muchas preguntas:

¿De verás quiero seguir escribiendo?

¿Qué significa para mí este rincón?

¿Qué quiero o no compartir?

¿Estoy preparada para dejar de juzgarme y si hay un día que no comparto nada, dejar de culpabilizarme?

Porque me doy cuenta que a través de la culpa huyo y huyo hacia delante, dejando atrás este pedazo virtual tan importante para mí, que me regala expresarme como soy, que me regala compartir y me regala ser yo misma, con cosas malas pero también buenas, porque las tengo.

Días donde respirar sin que nadie se de cuenta de que algo está parado en mí ha sido una obligación. 

Y respirar me ha traído miedos que me acompañan desde hace muchos años, miedos nuevos que no esperaba, ansiedad, angustia y hasta problemas estomacales, porque también mi cuerpo ha puesto un tope y ha dicho hasta aquí.

Estoy priorizando mi salud, andando, nadando, no volviendo a fumar desde hace más de un año. Y la verdad, es que me siento culpable de haberme puesto en el centro y en ocasiones sentir que estoy huyendo, pero quizás es eso que llaman el paso de los años, que no actúas como esperabas o eres como piensas. Mirarme en el espejo y verme tal cual es un ejercicio que me está costando pero me está ayudando.

Y sentir que este camino no lo hago sola, sino que mi pareja está a mi lado, que me escucha, que me oye, que me dice las cosas a la cara sin halagos absurdos me está viniendo muy bien. Hace unos días pudimos escaparnos unos días y fue increíble. Sentir que estás en casa, lejos de ella, porque él es hogar, calor, confianza y amor.

En el fondo me va a dar mucha vergüenza compartir este post, pero esta es la que soy y este rincón se merece después de 14 años y medio que sea más sincera que nunca.

Os veo mañana, porque sí, si he escrito algo tan personal es para volver todos los días, con mi normalidad bloguera pero sin olvidar lo que está pasando en Valencia.

Un beso muy fuerte rinconeros y rinconeras.

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