En marzo del año pasado y por segundo año consecutivo, David y yo decidimos comprarnos el abono del Teatro Lara de 12 entradas. Un teatro al que hemos ido bastantes veces, que cuenta con una buena diversa cartelera pero que a mí me tiene bastante descontenta, porque conseguir entradas con el abono ha sido complicado. Con el móvil te deja colgada y da igual que día mirará, porque siempre quedaban las mismas.
Pero no me he sentado a hablaros de esto, sino de que hace un par de viernes después del trabajo y con un trancazo tremendo que se me avisaba de unas buenas anginas, me fui a las 22 horas a ver una obra desternillante, emocionante y necesaria, Madres.
"Es una comedia desesperada en la que cinco mujeres se quedan encerradas en la sala de espera de un colegio. El aislamiento desbordará en una terapia de límites insospechados, sacando a relucir las sombras y las luces de la maternidad.
¿Quién mantiene este sistema en silencio, invisible y dejándose la piel?".
Una comedia inteligente.
Una comedia que recurre al humor para hablar de asuntos muy serios y que implica la vida de la mitad de la población mundial, las mujeres.
Una comedia viva, en constante movimiento.
Una comedia con unas actrices compensadas y en un estado colosal.
Una comedia que te habla de las madres, de serlo o no serlo.
Una comedia en la que decir las cosas por su nombre.
Y en mi caso una comedia que no me hizo sentir mal. Hace un mes y algo mi mejor amiga, como yo la denominó, mi familia elegida, fue mamá. Y a la alegría inmensa de la llegada de ese caballerete que va a ser una persona importantísima en mi vida, se le sumaron comentarios muy desagradables sobre si voy a ser o no madre, sobre convencerme como si tener hijos o hijas solo fuera cosa mía... comentarios que me pasaron factura y me hicieron sentir bastante mal. Pero esta obra me hace sentirme bien con la decisión tomada y respetar a aquellas que deciden emprender un viaje en el que nunca va haber un final, la maternidad.
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