El gran protagonista literario en mi adolescencia fue Gabriel Gª Márquez con el que pase días de encierro físico, emocional y social. Pero no fue hasta hace 12 años en las primeras semanas de independencia junto con mi chico cuando decidí leerme por primera vez uno de los referentes imprescindibles de la vida y la narrativa latinoamericana, Cien años de soledad.
Llevo meses que cuando entró en Netflix, me salta la publicidad de una nueva serie o película de esta enorme obra, de la que hace unas semanas hice bajar a David de la parte de arriba de la estantería del salón porque los libros tienen muchas vidas y la segunda había llegado.
Una novela que todos y todas las que nos hemos leído conocemos su comienzo...
"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como nuevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo"...
Cien años de soledad ha vendido millones de ejemplares; leído en todas las lenguas y consiguiendo un Premio Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso del boca a boca, que son la más palpable demostración de que la aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán con:
- Sus milagros.
- Fantasías.
- Obsesiones.
- Tragedias.
- Incestos.
- Adulterios.
- Rebeldías.
- Descubrimientos.
- Y condenas, que representaban al mismo tiempo el mito, y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.
Un libro del que me acordaba pequeñas pinceladas pero que según iba leyendo iba disfrutando de que cada línea, de ese realismo mágico del que Cien años de soledad es de sus mayores referentes.
No os voy a engañar al principio me perdí entre tanto Buendía, pero una vez tranquila y sin estrés, fui colocando cada cosa e ir transcurriendo por la vida de esa familia, digamos "maldita", llena de miembros y en donde el calor, la lluvia, el sexo y las apariencias pesan mucho.
Como os decía los libros tiene muchas vidas, y esta de hoy ha sido la segunda, pero seguro que dentro de unos años, tendrá una tercera, cuarta o quinta.
No me quiero despedir de este 25 de noviembre, Día Internacional contra las violencias machistas, dando la importancia que este día se merece, porque sigue ejerciendo violencia contra nosotras solo por el hecho de ser mujeres. Nada tiene que las pasiones, deseos o amor, solo nos hacen daño por considerarnos objetos con los que hacer lo que quieran. Porque es un dicho muy sonado, pero muy verdadero, si duele no es amor.
Un día que nace por el asesinato de las hermanas Mirabal en República Dominicana y que cada año debemos reivindicar. Hoy se ha hecho público que una niña de 15 años, 15, ha sido presuntamente asesinada por su ex pareja de 17 años. Así que pongamos la sociedad en su contexto justo y no demos cabida a discursos que hablan de una ideología de género cuando la mitad de la población mundial nunca está del todo segura por su sexo.
Hasta que que las mujeres no podamos estar seguras ya no solo en contextos fuera de nuestras casas sino dentro de ellas, donde la violencia que se ejerce es brutal, vamos a seguir reivindicando, exigiendo y estando hartas.
Salud y feminismo compañeras.
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