Hace tres años (como pasa de rápido el tiempo) estudiando Integración Social conocí a muchas personas, pero como todo en esta vida, las personas también van y vienen... y entre esas personas que se quedaron, esta una persona, una compañera, una amiga, que me enseñó y me enseña muchas cosas a día de hoy, como por ejemplo que no hay porque perder el contacto con alguien con quien conectas... porque ha habido muchos momentos y muchos detalles que hacen que no me gustaría perder el contacto con ella, porque es una de esas personas que es bueno tenerla al lado.
Pues el libro del que hoy me siento a hablaros es una recomendación de ella, de hace casi tres años como os he dicho antes, pero no ha sido hasta hace unas semanas cuando decidí cogerlo y como siempre en cada libro que empiezo dejarme llevar y ver dónde el libro y la historia me lleven...
... Y este libro me ha llevado a un camino de dolor, extrañeza, sentimientos muy duros y fuertes, la piel de carne de gallina; y es que hay situaciones en la vida en un momento determinado que marcan la existencia de las personas, haciendo de esa existencia algo difícil y de trato duro.
Dentro de esa vida distinta y en mi opinión complicada, se mezclan dos seres que en apariencia no tiene nada que ver pero que su historia y sus sentimientos son muy afines.
La infancia constituye nuestra patria. Puede ser ese paraíso que todos creemos haber perdido, el edén íntimo del que un día fuimos expulsados a un mundo donde nada volverá a significar lo que significaba, donde la realidad es capaz de descargar su peso hasta ahogarnos. Pero la infancia es también el pozo oscuro de los secretos inconfesables, de los miedos sin rostro, el infierno pétreo de la culpa de que emergen los adultos emocionalmente inválidas.
Recién salidos de su infancia distorsionada, Alice y Mattia esconden cada uno su propio secreto, arrastran un yunque por el desierto de su precaria existencia. Aislados del mundo exterior por la carga de lo que es imposible compartir, su excentricidad las confina a un aislamiento que sobrellevan con las pocas y dolorosas armas que la adolescencia pone a su alcance.
Por eso se reconocen como iguales cuando se encuentran, por eso una corriente empática inesperada los une en un halo invisible pero tangible al mismo tiempo. Sin embargo, como dos imanes de inescrutable hermosura, la carga magnética de todo lo que ocultan juega una y otra vez a impedir su contacto.
Con números primos destinados a la soledad en los límites de una ecuación a la que dedicarán toda su vida para intentar resolver.
De la mano de Paolo Giordano, vamos descubriendo la que es para mi, la fea realidad de Alice y Mattia, que viene marcados por dos episodios de su infancia, que les marca a fuego en el que será su futuro, porque ya no habló de superar sino de vivir con cosas horribles de tu pasado es complicado y te puedes volver en seres herméticos, que dentro de ese dolor encuentran sentimientos alejados de ellos como cariño, amor, complicidad, que hacen que les una y les separé con una fuerza bestial.
El escritor Paolo Giordano es una de las revelaciones de las letras italianas... y es que con esta novela ha surgido un fenómeno editorial a nivel mundial con un gran éxito de público y crítica; cosa que yo respaldo porque tiene un juego de que en cualquier momento se me saltaban las lágrimas, y se me desencajaba la mandíbula.
¿Uno de los libros más duros y difíciles de leer? Quizás sí, pero me ha gustado leerlo y sobretodo me ha hecho sentir que aunque los finales no sean siempre en apariencia felices, hay cosas, sentimientos y un pasado con el que es difícil luchar.
Ahora una vez leído el libro será el momento de ver la película y poner cara a esos personajes que me han acompañado.
Y despedirme con una frase que leí hace días y me encantó: "La lectura es como una ola...solo basta con sentir su energía y dejarme llevar".
Gracias Irene por recomendarme el libro y porque me haces aprender muchas cosas
Besos rinconer@s y hasta mañana :) :) :) :) :)
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