Hace unos días cotilleando la cartelera de teatro hubo un cartel que antes de ver la obra que era, me llamo poderosamente la atención.
Para esta obra de Moliére se han hecho numerosas adaptaciones a lo largo de la historia del teatro, siendo el de Adolfo Marsillach en el años 1969, con alusiones críticas al Opus Dei, lo que hizo de la obra causará un "mayor escándalo".
El Tartufo es una figura hipócrita que está delineada con tal perfección que se ha convertido en un arquetipo literario, que despierta frecuentes resquemores, entre quienes en distintas épocas y lugares, se han dado por aludidos.
En palabras del autor: "ha abordado esta obra y su personaje, desde la perspectiva religiosa, dada la condición de falso devoto. Pero más que su hipocresía, le ha interesado su doblez económico y social. Se trata de un perfecto narcisista que destruye a sus víctimas desde la especulación y la corrupción".
Si bien Moliére se vio obligado a un final más moralista tras sufrir prohibiciones y censuras, nuestra versión apuesta por un desenlace más creíble y tan dura como la vida misma.
Yo si pudiera os prometo que no me perdería a Don Ochandiano en este papel tan complejo a la par de narcisista y exhibicionista.
Muchos besos rinconer@s y ahora sí que sí hasta mañana :) :) :) :) :)
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