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jueves, 9 de julio de 2015

Disfrutar de Tennesse Williams como si fuera la primera vez: El zoo de cristal en el Teatro Bellas Artes.

Se que en ocasiones puedo llegar a ser pesada hasta la extenuación pero es que Tennesse Williams es de esos escritores y dramaturgos que hacen que cada vez que lo leo o veo alguna de sus obras se me abran las carnes. Porque sin ninguna duda es  uno de los dramaturgos de mi vida, con permiso de otros grandiosos.

Hace unas semanas leyendo y buscando espacios interesantes para este rincón descubrí que en el Teatro Bellas Artes de Madrid se representa El zoo de cristal hasta el 27 de julio y con el personaje central de la madre poniéndole piel, cara, sentimientos, alma y crueldad a una actriz llamada Silvia Marsó...


Retrata la vida de los Wingfield, una familia sureña: la madre, Amanda, obsesionada con salir de la pobreza y sacar adelante a su hija; la hija Laura, una joven cuya leve discapacidad la ha transformado en un ser patológicamente insegura, volcada exclusivamente en el cuidado de sus figurillas de cristal; Toma, joven ambicioso que se debate entre el cuidar de su familia y el deseo de salir al mundo. El último personaje es Jim, un candidato de convencional buena apariencia, que representa toda lo que la familia ha deseado.

A su vez, impacta la figura del padre ausente, que está en boca de todos los personajes y cuya fotografía se destaca en momentos clave, gracias a las indicaciones expresas del autor para la iluminación.

El argumento gira alrededor de la obsesión de Amanda por encontrar un candidato para su hija Laura. El relato aparece en la boca de Tom, quien es el vínculo directo de la familia con los espectadores.

A través de sus palabras el público conoce los pormenores y los entretelones de estos personajes, exponentes e la búsqueda frustada del sueño americano.


De todas las obras de Williams creo que es una de las más fieles a su personalidad, su vida, sus sentimientos y la vida que ha pasado hasta poder llegar a ser el mismo, intentando quitarse la pena que le persiguió toda su vida. Porque para este genio la homosexualidad fue un monstruo con el que tener que vivir y convivir, teniendo siempre la pena y la culpa de vivir y ser como él sentía.

Yo voy a tratar por todos los medios de no perdérmela porque además de ser una de mis obras favoritas de teatro, creo que tantas versiones de un mismo escrito hacen de ella algo grande.

¿Nos vemos en el teatro?

Hasta mañana rincoenr@s :) :) :) :) :)

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