martes, 22 de octubre de 2019

30 años más tarde Margaret Atwood nos lleva al final: Los testamentos

En el año 1984 -el año que nací yo-, Margaret Atwood, publicó El cuento de la criada, una distopia futura en una región llamada Gilead, donde todo el orden establecido se cae y comienza a gobernar un puñado de hombres que la única valía que encuentran en las mujeres son sus ovarios.

No es la primera ni será la última vez que me siente a hablar sobre El cuento de la criada, sobre todo gracias a la serie de la HBO, pero es que hace unas semanas y después de 34 años, la visionaria de las letras Atwood, ha publicado el final de ese dramático mundo en una esperada secuela, Los testamentos.


Claro, yo que leo hasta la publicidad que me llega a las manos ¿Cómo no ir corriendo a comprármelo? Del que como adelanto os diré que me lo devoré


La historia parte quince años después de los acontecimientos narrados en El cuento de la criada, el régimen teocrático de la República de Gilead se mantiene en pie, pero está empezando a mostrar signos de descomposición.

En este momento crucial, las vidas de tres mujeres radicalmente diferentes convergen con resultados explosivos. Dos de ellos han crecido en lados opuestos de la frontera: una en Gilead, como la hija privilegiada de un importante Comandante y otra en Canadá, donde se manifiesta en contra del régimen mientras sigue por televisión las noticias de los horrores que allí acontecen. Ambas pertenecen a la primera generación que va a alcanzar a mayoría de edad desde que existe el nuevo orden, y sus testimonios están trenzados con una tercera voz: la de una de las mujeres más influyentes del sistema, que mueve los hilos del poder de manera despiadada.

Sus caminos acabarán por encontrarse, forzando a cada una de ellas a colaborar, a enfrentarse consigo mismas y a decidir dónde pondrán los límites en la lucha por sus ideales.

A medida que desarrolla estas tres voces, Margaret Atwood profundiza en los recovecos más recónditos de Gilead, y logra, gracias a su virtuosa capacidad para recrear un mundo nuevo, que Los testamentos sea una mezcla triunfal se suspense e ingenio.


Antes de comprarme el libro sentí mucho miedo, porque no quería que la historia después de tanto tiempo me decepcionará, pero nada más ajeno a esa afirmación.

Le comencé con la intención de ir poquito a poquito, pero un fin de semana que mi chico trabajo, fue cogerlo y no separarnos en toda la tarde, y así página tras página caer fascinada ante esta historia que da un nuevo giro y unos nuevos personajes -o quizás no tan nuevos o nuevas- a la trama de esa asfixiante Gilead.

Esas tres mujeres de las que habla la sinopsis, van desgranando su día a día, el porque, cómo, con quién y para qué... creo que no es ningún spoiler decir, que el objetivo de ellas de forma directa o indirecta sea el fin de esa patriarcal y delictiva Gilead, pero el libro llega a un momento y no es muy lejano que te deja entrever puertas a tu imaginación que cuando las constate tuve que dejar hasta de leer, de los nervios.

¿Nunca habéis sentido esos nervios cuando leéis y llegáis a un punto o que la verdad se sabe o todo explota por los aires?

A mi ante esos momentos, debo dejar el libro, respirar, asimilar y seguir para adelante, ahora sí, sin control.

No se si habéis leído El cuento de la criada o habéis visto la serie, de no ser así, os recomiendo primero tener en vuestras manos la novela, y una vez leída, ir viendo poco a poco la serie que cuenta con una Elizabeth Moss que está brutal. Y ya después coger Los testamentos y comenzar a soñar o no en que el final o la perpetuidad puede seguir imperando, en ese mundo distopico que allá por el año 1985 Margaret Atwood inventó de forma totalmente visionaria.


Muchos besos rinconer@s, y compartir que me ha parecido una tremenda injusticia que la señora Atwood, no se haya llevado el Nobel de Literatura ¿Conocéis la historia de la autora que lo ha ganado?

Hasta mañana :) :) :) :) :)

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