miércoles, 23 de febrero de 2011
El monje que vendió su ferrari y nos regaló la búsqueda de la felicidad
Hoy en el día que hace el 30 aniversario de el frustado golpe de Estado (gracias a Dios), os quiero felicitar porque somos quien somos y yo puedo escribir este amado espacio gracias a que ese momento les salió mal a los que nos querían volver a someter, felicidades a todos.
Quiero compartir con vosotros el libro que en este momento me estoy leyendo, porque me está regalando una historia preciosa, la cual nos podría pasar a nosotros mismos, porque nos centramos tanto en lo vanal de la vida, que no nos damos cuenta de lo maravilloso que es todo lo que tenemos a nuestro alrededor y como nosotros y solo nosotros somos dueños de nuestra vida y de nuestra mente.
Este libro cuenta la historia de Julián Mantle, un prominente abogado que lo tenía todo en la vida (o al menos eso creía él). Pero un día, tras un infarto que lo pone al borde de la muerte, toma la decisión de vender todas sus posesiones materiales e irse a la India en busca de la iluminación.
Es entonces cuando conoce a los sabios de Sivana en una remota comunidad pérdida en el Himalaya. Julián estudia con ellos durante varios años y así consiguió lo que estaba buscando: las siete virtudes eternas de la vida esclarecida.
Esta historia constituye una fuente de sabiduría práctica y espiritual que puede ser aprovechada por muchas personas, incluyendonos a nosotros mismos.
Yo no digo de vender todas nuestras pertenencias e irnos a la otra punta del mundo para buscar la felicidad (aunque si alguno quiere hacerlo?), sino que la felicidad está en nosotros, en nuestra forma de actuar y de vivir, en como hacemos las cosas, en como no permitirnos el estar triste porque es perder un segundo de algo muy importante, nuestra vida.
Os lo aconsejo porque además de ser una ayuda, es una historia muy bonita, espero poder compartirla con vosotros.
Desde aquí aunque se que en este momento de su vida no puede leer este espacio, dedicárselo a ella, porque descubrí este libro, quiero decirle a mi amiga Lara, gracias por enseñarme que a pesar de las cosas malas y de los golpes siempre podemos sacar una sonrisa, a como hay que ser feliz con las pequeñas cosas, a disfrutar de cada pequeño momento, a aprender a quererme y así conseguir proyectarlo con los demás, gracias por estar a mi lado en estos 10 años que hace que te conozco, gracias por todos esos pequeños instantes, momentos que guardo en mi memoria y en mi corazón, porque sin ti nada sería lo mismo, porque tú eres especial, porque tú eres un regalo, mi regalo, te quiero.
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