Como os he comentado, el miércoles tuve la enorme suerte de volver a ver y escuchar en directo a Take That en Las noches del Botánico. Un ciclo de conciertos en la zona universitaria de Madrid que lleva varios años celebrándose y que no había pisado. Un lugar fresquito, lleno de árboles y ya no solo que apuesta por la música sino por la restauración y el comercio.
La experiencia del otro día fue increíble, pero es que esta noche repetimos con otra música diferente que me traslada a mi infancia, a esos viajes en coche con mis padres y esa rumba que siempre nos acompañaba.
Y esta noche cumplo con una deuda de la infancia, esa infancia a ritmo de rumba que tanto disfrute y viví con mis padres con dos grupos que me encantan. A Los Manolos me une un afecto especial.
Una noche en un sitio maravilloso en donde voy a bailar, cantar y no olvidarme nunca de donde vengo, como soy y lo que viví y escuché cuando era niña, porque todas esas pequeñas piezas del puzzle hacen la mujer que soy hoy en día. Una niña de 40 años que no quiere dejar de cumplir sueños.
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