- Muchas la conocemos como La Roldana.
- 1ª escultora española registrada.
- Una de las principales figuras de la escultura del Barroco en la Andalucía de finales del S. XVII y principios del XVIII.
¿No conocéis la regla de Oro en obras firmadas como anónimas? Anónimas era sinónimo de hecha por mujeres, y eso es lo que le paso a la increíble escultora que os siento este martes.
¿Sabéis quién fue Luisa Roldán?
Luisa nació en Sevilla, hija del escultor, Pedro Roldán. Desde muy joven, ella y sus siete hermanos colaboraron en el taller de su padre, aunque ninguno mostró el amor y las dotes para la escultura como Luisa.
A pesar de que en los talleres de escultura las mujeres solo colaboraban en las tareas más delicadas, como dorar, estafar o encarnar figuras, Luisa desde el principio quiso ir más allá y empezó a realizar sus propias tallas y diseños.
Todos los hijos del escultor se casaron con ayudantes del taller, así continuaban el trabajo con su padre. También lo hizo Luisa que se casó con Luis Antonio Navarro de los Arcos, a pesar de la oposición de su padre. Rebelde por naturaleza y anhelando ser libre a toda costa, Luisa llegó a enfrentarse al padre en los tribunales por la cuestión del matrimonio, los jueces le dieron la razón y pocos días después se celebró el enlace. A pesar de los deseos de Luisa de casarse, no fue un matrimonio bien avenido.
Este matrimonio le permitió independizarse del padre y formar su propio taller, en el que su esposo trabajó como ayudante. Ahora era competidora directa de su padre, Luisa empezó a ganar prestigio y conseguir encargos de iglesias y cofradías. Desarrolló también un arte muy personal, empezó a trabajar con barro, un material considerado pobre, que gozaba de poco prestigio, lo consiguió poner de moda en ambientes eclesiásticos y nobiliarios de Sevilla y Madrid. Sin llegar a abandonar nunca la madera, consiguió dominar la cocción del barro para deshacerse de su aspecto más rústico y creó con él conjunto de figurillas llenas de expresividad y encanta que adelantan su gusto rococó.
Poco a poco su prestigio fue un aumento empezó a conseguir importantes encargos. En 1666 fue contratada por el cabido de la Catedral de Cádiz para la realización de diferentes tallas. Finalizado este encargo, se trasladó junto con su familia a Madrid.
Allí sus figuras de barro empezaron a ganar fama y a decorar muchos oratorios de los palacios nobles.
Hasta tal punto ganó en fama y prestigio que en 1692 fue nombrada escultora de cámara del rey Carlos II, un privilegio reservado a muy pocos hombres y a ninguna mujer de la historia de España. Excepto el caso no oficial de Sofonisba Anguissola. El Jesús Nazareno es la mejor pieza de escultura . Actualmente la podemos encontrar en el convento de las monjas nazarenas de Sisante.
La crisis que azotaba al antes poderoso imperio español hizo que su situación no fuera tan deseable como puede parecer en un primer momento. Luisa no conseguía cobrar por las obras que realizaba para los nobles y el cargo que ostentaba en la corte era más honorífico que otra cosa, raramente fue retribuido por él. Así, a pesar de su prestigio vivió su vida en la pobreza. Nunca regresó a Sevilla a pedirle ayuda a su padre.
Tras la muerte de Carlos II en 1700 y el ascenso al trono del primer Borbón, Felipe V, Luisa solicitó recuperar de nuevo su cargo, el cual le fue concedido a finales de 1701. Si embargo, apenas tuvo tiempo de desarrollar su arte dentro de la corte francesa, pues falleció en 1704, sumida en la miseria.
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