miércoles, 2 de agosto de 2023

"Impregnada de poesía, sangre, tierra y pasado" Bernarda y Poncia

Cuando estudiaba 2º de Bachillerato en el IES Beatriz Galindo de Madrid tuve una profesora de Lengua y Literatura -de la que no recuerdo su nombre- que nos hizo leer mucho y bien. Durante el curso debíamos leer artículos periodísticos, ensayos, novelas y, por supuesto teatro. Ella te daba varias opciones y tú elegías y luego lógicamente debías hacer un trabajo. Fue un año de muchas lecturas y entre ellas la primera vez que tuve en mis manos La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, o como le he oído toda la vida a mi madre decir "su chico".

Ese impacto en esa primera vez, ese silencio, esa violencia verbal, ese miedo, esa rectitud, esa palabra que me persigue y que me terminaré tatuando: Silencio.

Cada dos años es una obligación cogerme las obras de teatro de Lorca, volver a leerlas, revisarlas y os aseguro que en cada lectura saco un detalle nuevo que desde hace más de 20 años se me pasa por alto. 

Cuando estudié teatro soñaba con que llegará el momento de hacer un acercamiento a esa casa, pero de momento -porque es un sueño aparcado que no olvidado- ha quedado reservado. 

Llevo más de 20 años preguntándome ¿Qué sería de la vida de esas mujeres después de ese bastonazo en el suelo y esa palabra, silencio?

¿Cómo será la vida de encierro, dolor y angustia de esas mujeres después de los hechos de la última noche?

¿Cómo llevará Bernarda esa casa? ¿Seguirá enterrándolas en vida o no dejará que pase ni el frescor de la noche?

Desde hace un tiempo llegó al Teatro Lara de Madrid la obra que os siento este martes, Bernarda y Poncia, y no ha sido hasta pasados unos días cuando siento que me puedo poner escribir sobre la barbaridad que vi y sentí esa última función de la tercera temporada en plena ola de calor madrileña. Y ahí sentí muy vivas las palabras del personaje de Lorca en el capítulo del Ministerio del Tiempo, "entonces yo gané".

"La acción se encuadra ocho años después de la muerte de Adela, la hija menor de Bernarda Alba, transcurre durante doce horas de un día de verano, entre el amanecer y el atardecer, donde dialogo a dialogo de nuestros personajes se van desvelando los secretos de una familia marcada por la tragedia. Resolviendo los conflictos que existe entre los personajes, hasta volcar las emociones una sobre la otra desde una edad temprana hasta a ancianidad".

Como dice la sinopsis del Lara: es un spin-off lorquiano marcado por la tragedia familiar y que desvela en un caluroso día de verano los secretos que se guardan ambas mujeres en eterno luto ¿Qué pasa con el resto de hijas de Bernarda? ¿Dónde está Martirio? ¿Qué esconden de aquella trágica noche? ¿Todo es lo que parece en esa casa?


Una conversación entre dos mujeres que han pasado toda la vida juntas, donde una tiene el poder y el dinero y la otra la potestad de opinar sobre aquello que ha vivido pero como siempre en el más absoluto silencio, como un secreto que te rompe el pecho y te sale disparado de la boca.

- Una escenografía oscura, calurosa, sin aire, sin nadie.

- Ese luto perpetuo no solo en la vestimenta sino en los sentimientos y el alma.

- Poco menaje y elementos decorativos poniendo el foco de atención en las dos actrices.

- Las conversaciones, miradas, caricias, palabras como escupitajos en la cara que salen y brotan y te dejan clavada con la emoción agarrada en la garganta y pensando: Si Lorca estuviera vivo, hubiera gozado de esta historia.

- Los secretos como disparos de un arma en alguien desbocado de violencia y sangre.


Como mujer lorquiana, sigo todavía muy emocionada, tanto como esa tarde, cuando sentada en la primera fila esquinada me eche a llorar, porque la magia de un teatro es algo incomparable con nada, porque seguir recordando a Lorca es algo imprescindible, por justicia y por memoria.

Tuve la suerte que al ser la última función -de momento- estaba ahí Don Manuel Galiana, el director de la obra y sus palabras fueron emocionantes, llenas de amor y admiración por ese texto escrito por Pilar Ávila y representado de forma excepcional por la misma y Pilar Civero, dos animales escénicos, capaces de transportarte a ese día de calor andaluz donde las amas flotan y la muerte se acerca.

Cuando vuelvan al Lara ir a verlas y disfrutar de las mil y una vidas del maestro granadino. Mil gracias por haberme vuelto a poner los pelos de punta y seguir apuntalando mi amor y admiración por Federico.

Un beso muy muy fuerte y haber si esta tarde entre línea y línea de Martin Gaite tengo tiempo de compartiros la peli de Barbie :P

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