Hace como una dos semanas tuve la suerte de vivir un sábado que yo considero mágico:
- La compañía de mi chico.
- Transporte público.
- Pasear por las calles de Madrid.
- Ir a comer sushi.
- Disfrutar y emocionarme con la Expo de las Sin Sombrero.
- Escuchar a un grupo de hombres que toca en la calle Alcalá casi esquina con la Puerta del Sol, un mini concierto de música clásica.
Y justo ahí andando por la calle Alcalá y con la Puerta del Sol, tuvimos la suerte de ver en directo un atardecer de esos que te calman la mente y te reconfortan el ánimo. Y me pensaréis que puedo resultar absurda pero creo que tenía que ser justo ese día, con ese fondo musical y con la mano de David cuando vivimos esa caída del Sol.
Madrid es muchas veces una ciudad odiosa: mucho ruido, tráfico, políticos y políticas que no estána la altura de la ciudad que gobiernan, contaminación, gente por todas las partes... pero en el fondo es tan pero tan bonita, tan llena de vida, de mil y uno rincones donde disfrutar solo y sola o en compañía.
Una ciudad en la que puedes encontrar desde la tienda más extraña y pintoresca; a una calle pequeñita con encanto; una sala pequeña de teatro llena de talento e ilusiones; un cine en donde seguir disfrutando de la magia del séptimo arte; un bar donde comerte una buena tapa; una FNAC para encontrar siempre lo que buscas...una ciudad donde enamorarte; donde llorar las penas de un desamor o un problema; una ciudad donde siempre hay vida, siempre se respira y siempre hay gente.
Por eso me he querido sentar este miércoles con vosotros y vosotras, porque el verdadero valor de Madrid es la gente, sus historias y sus vidas que hacen que la ciudad siga latiendo, que los años pasen, aunque siempre encontrarás un rincón donde disfrutar de un buen atardecer.
Besos enormes y os veo mañana :) :) :) :) :)
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