El peor día del brote de espondilitis decidí coger el libro que me había regalado mi amiga Irene en mi 39 cumpleaños, La compañera (que os compartí ayer). Y ahí en el sofá de mi casa llorando de dolor y emoción, viendo como esa niña miraba los cráteres de su memoria, mi cabeza comenzó a ir a 3.000 revoluciones por minuto e ir desbloqueando recuerdos felices de mi vida, tanto infantil, como adolescente como de hace una semana. Recuerdos que han ido conformando la mujer que soy y a los que recurro como arma cuando mi cuerpo se queja y mi cabeza se va.
- De pequeña siempre me encantaba estar en la cama con mi madre, me enfadaba los domingos cuando mi padre libraba. Ahí en esa cama con conversaciones desde lo más banal a lo más filosófico siempre aparecía una canción de cuna que mi madre se había inventado cuando era un bebe y me tire un año y medio llorando: "Natalia es pequeña y su mami la quiere, porque es pequeñita su mami la quiere. Mamá me quiere mamá me quiere, mamá me quiere... mucho, mucho, mucho..." Y así íbamos cambiando por los nombres del resto de mi familia.
Un recuerdo que me reconforta y me hace no olvidar que de todos los maestros y maestras, mi madre es la mi vida.
- Esas partidas eterna al Monopoly con mi primo de Rubén, donde parecía que nos jugábamos la vida, y que duraban hasta que su madre las paraba porque era ya de madrugada.
Recordar a mi primo Rubén, es recordar los años más felices de mi infancia, fue mi compañero perfecto, aunque de mayores solo nos hemos visto en momentos muy tristes, hemos estado recordando esos momentos tan intensos y felices.
- Bajar las escaleras del dúplex de mis yayos del Barrio de Concepción con el culo, porque si me pillaban bajando desde la planta de arriba mi madre "me ahorcaba".
Acordarme de mis yayos me da paz.
- Cuando salieron las Spice Girls, yo era de esas miles o millones de niñas emocionada con ellas y sus bailes, pero el cassette no llegaba. Y un día mi tío Fernando y la que era su novia en aquel momento, Diana, me la regalaron. Ahí estaba la cinta deseada, y que acabe rompiendo de tanta oírla. Pero allí en casa de mis yayos ¿Dónde escucharla? Subí rauda y veloz las escaleras para coger el cassette enorme donde poner la cinta. Y de los nervios en el último tramo de la escalera me caí y estampé en el radiador -porque en casa de mis yayos si no te mataba caerte rodando por las escaleras te remataba el radiador-. Mi madre me quito la cinta y me dijo: ahora no la escuchas hasta que no me le de la gana a mí...
Mi tío Fernando y esa relación tan especial que hemos tenido desde que tengo memoria.
- No me gusta nada la tauromaquia, pero recuerdo cuando Chayanne saco la canción de Torero, la coreografía que me inventé y que tantos años después sigo bailando, como el primer día.
La música es una pieza fundamental de mi vida.
- Mi primer morreo en un local de Alonso Martínez con un chico de mi barrio. Madre de mi vida, me lleno de babas, jajaja
Ese chico me hizo sentir que yo podía gustarle a alguien y eso me hizo sentirme bien, porque yo me sentía la más fea y asquerosa del mundo .
- La sorpresa que me dio la que fue mi amiga Lara, cuando me llevo con los ojos cerrados a un teatro en la calle Alcalá de Madrid de sorpresa a ver un monólogo.
El teatro siempre ha sido parte de mí y Lara siempre lo supo ver.
- Cuando tenía 16 años fui de vacaciones a Guardamar y ese verano fue increíble, porque fue en el que comprendí que yo, la cosa más fea del mundo le podía gustar a alguien. Y allí ese verano llegó mi primer amor. Un niño llamado Dani al que nosotros y nosotras llamábamos Calimurri -no recuerdo porque- me robo el corazón y me hizo sentir la chica más especial de ese verano. Y tengo dos recuerdos maravillosos de ese verano de los 16: estar parados en una esquina de la piscina hablando cada vez más pegados, sin importar que la gente nos estaba mirando; y segundo en el cine de verano él se sentó delante mía y me dio la mano toda la película, con dulzura, cariño y hasta diría amor. Ese amor joven e inexperto que me hacía sentir electricidad cuando estábamos cerca. Porque sí, tantos años después, se que ese amor era mutuo. Y lo recuerdo con mucho cariño, porque ese chico me hizo sentir especial y única y ojalá un día leas este post y sepas que esa Natalia niña, estuvo enamorada hasta los huesos de ti y tus gafas de pasta azules claras.
- Mi prima María, decidió irse a vivir a Nueva Zelanda. Un mes antes del confinamiento por Covid,, mi prima regresó a su vida kiwi, las llamadas, video llamadas y audios siempre han sido una constante pero ese tiempo sin vernos ni tocarnos mucho más. Venía de trabajar el 5 de diciembre de 2022 cuando abrí el portero pensando que me traían el pedido de ropa que había hecho, y ahí esperando en la puerta pensando que el repartidor se había equivocado de escalera, apareció ella. Ese abrazo, ese olor y esas lágrimas va a ser algo que no voy a poder ni querer olvidar nunca.
- Un dibujo de mi primo dándome las gracias por los años que en casa habían parado los Reyes Magos para él.
- El abrazo de mi prima María y su padre después de unos meses en los que eso no había sido posible. No recuerdo un momento tan emocionante y tan lleno de amor.
- Esa llamada con David para decidir si quedar después de mandarle un mensaje de texto diciéndole que me gustaba, y esas palabras: Joder Natalia, claro que me gustas.
- Hace unas semanas leyendo Las vulnerabilidades de Elvira Sastre leí una frase que me trajo un recuerdo a mi cabeza y quizá una explicación a mi timidez. Cuando era muy pequeña jugando en el colegio estábamos jugando en el patio a pasar por debajo de las piernas de los niños y niñas, y una compañera, Miriam, me paro, se puso en medio y me dijo: Tú no juegas.
Es un recuerdo que siempre me ha perseguido y aunque estoy segura que la niña no me lo hizo con maldad porque luego fuimos amigas y fue una de las compis que mejor se porto conmigo cuando deje el Joyfe, ese juego y ese día marcó mucho a la niña que fui.
Y como último recuerdo que no desbloqueo porque lo he vivido hace unos días, el concierto de Take That en Nottingham. Cumplir el deseo de esa niña que fui es de los placeres más grandes que he podido vivir y disfrutar.
No es bueno vivir en el pasado pero si recurrir a él y recordar quienes fuimos, los sueños que tuvimos y los nuevos que surgen cada día.
Espero veros mañana con menos alergia y más descansada.
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