He tardado mucho en sentarme a compartiros mis vacaciones de Semana Santa porque fueron unos días de contrastes, porque por una parte fueron maravillosos en la compañía, pero, también, duros ya no solo de dolores que no había tenido nunca sino de dolores emocionales, que han puesto mi equilibrio mental en juego, pero de esto tengo pensado contaros con calma y seguramente lágrimas el domingo con calma.
Gracias a mis amigos, Lore y José que tomaron la decisión de comprarse una casa en Santa Pola, esta Semana Santa el rumbo estaba claro, y eso que los días de antes y la mañana del viaje no me encontraba como decirlo, muy flamenca.
Yo que años antes como dice Lore, tenía mi pequeño trauma con Guardamar del Segura, más que con el sitio con la compañía con la que estuve, debo deciros que he disfrutado de unos días maravillosos:
1º por la compañía, que fue la mejor, la de esa familia que vas formando con el paso de los años y con la que sabes que seguirás haciendo familia. Gracias amigos por hacernos sentir como en nuestra propia casa.
2º por el clima, porque mientras en el resto de España y Madrid en especial hicieron unos días horribles, allí pude meterme en la playa hasta la rodilla e inclusive ponerme en biquini.
3º por el sitio, que fue una sorpresa. tranquilo, bonito, habitable, visitable, disfrutable...
Comenzando por su Parque Natural y sus Salinas, un lugar donde pasear, clavar tus pies en esa arena blandita y casi gris y ver como la brisa y las olas del mar se te meten dentro del cuerpo.
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