He querido comenzar este post de hoy con esa foto mía porque refleja varias cosas:
- Fue el primer concierto que me podía permitir desde el pasado 2017 cuando vi a Rozalen. El primero del que han sido ya unos cuantos.
- La enorme felicidad de ver, oír, escuchar, sentir y vivir una noche con Alejandro Sanz.
- El que tenía la seguridad de que después de Sanz vendrían otros.
Porque como os llevo diciendo un tiempo, he decidido que mientras me lo pueda permitir no me quiero perder ni a nada ni a nadie. Si puedo pagarlo, iré. Y no pensaré: me he gastado mucho, porque entonces ¿Para qué trabajo?
Siempre he sido una mujer ilusionista y apasionada en todo aquello que me gusta y la música me mueve y me acompaña desde niña, y cada año voy sumando canciones, bandas o cantantes a la banda sonora oficial de mi vida.
Desde Alejandro Sanz han venido mas:
- Camilo
- Raphael
- Lola Indigo
- Pablo López
- Vanesa Martín
- Rayden
- Fran Perea
- Camela
Y este año, sumaré un sueño vital a esa Natalia niña que bailaba coreografías infinitas a escondidas en la cocina de mi casa, primero con el cassete del bus amarillo y luego con el Discman, Take That. Porque el último fin de semana de mayo, emprendo rumbo a Nottingham para ver al grupo de mi vida, al que el año pasado me tatúe en la muñeca derecha.
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