Los miedos deben venir de algún sitio, de algún lugar de nuestro subconsciente o etapa vital donde algo nos dejo tan impactados o impactadas que provocó un click, un miedo, el cuál ni sabemos de dónde viene ni en algunos casos podemos controlar.
Si he tenido algo claro toda mi vida es que todo aquello que no me deja plantar los pies en tierra me provoca un miedo espantoso, los nervios me hacen sudar, ponerme desagradable y acabar explotando en llanto. Nunca me ha gustado el avión, ni las atracciones de feria o parque en donde los pies no estén firmes, mucho menos las alturas no provocándome vértigo pero sí, miedo, al que este verano le he sumado una experiencia que fue entre sorpresiva y horrenda: montar en kayak.
Puede parecer que no es nada, pero a mí eso de no tener estabilidad en los pies me desestabiliza mucho, me hace entrar en pánico y no poder salir de él. Haciéndome no disfrutar de la experiencia ni de los paisajes que me iba encontrando en cada remada de la Playa de El Bolarque. La inestabilidad del kayak, que se mueva y caerme al agua aún sabiendo nadar y llevando chaleco me hace sentir pánico y me es muy difícil salir de esa situación.
Ese leve traqueteo me hacía tener el estómago del revés y que me viniera el desayuno a la boca.
A mi pobre chico le di una hora de sufrimiento porque si el kayak se movía lo más mínimo no podía controlar los nervios, el miedo y el mal cuerpo que me generaba.
Eso sí, por una vez y sirviéndome de precedente, no va a ser la última, porque he decidido que a los miedos hay que mirarlos de frente, superarlos y no permitir que no te dejen disfrutar de vivir experiencias que te gustan. Por lo que este otoño o el verano que viene volveré a subirme en uno. Lo que no me quiero ni imaginar es que con unas leves ondas mi cuerpo se paralizaba lo que sería eso en el mar, en donde con el oleaje en cualquier momento puedes volcar, no poder subirte al kayak y que queréis que os diga, hacer el ridículo.
Pero he decidido dejar los miedos y los ridículos aparcados y tratar de disfrutar de aquello que me gusta. Lógicamente si es necesario coger un avión lo tendré que coger con miedos y todo, lo que no pienso asumir es subirme a atracciones en las que entraría en pánico y que además, no me gustan.
¿Algún miedo que queráis compartir conmigo? Como yo ¿Le dais vueltas de dónde pueden venir? ¿Los afrontáis u os escondéis como un caracol en el caparazón?
Sea como sea cuando vuelva a montar os lo contaré, espero que con menos miedo, más sonrisas y dejando que mi chico disfrute de la experiencia, porque de no haber sido por él creo que me habría tirado del kayak en algún momento.
Un beso muy fuerte y os veo cuando vuelva del trabajo con el estrenazo de Netflix del otoño y la que según he leído va a ser una de las películas de la temporada.
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