martes, 22 de diciembre de 2020

Mi experiencia en un colegio concertado

Buenas tardes a todos y todas, antes de nada me gustaría recalcar que lo que comparto hoy, no es más que mi experiencia personal en un colegio en el que tuve que estar cuatro largos años.

¿Por qué surge este post? Ante toda la polémica y los bulos sobre la nueva ley de educación, me pare en casa a recordar mi experiencia en un colegio concertado religioso de Madrid del que no voy a dar el nombre no por miedo, pero sí, respeto, aunque lo que cuento son mis vivencias.

Lo primero es que creo que cuando una familia decide que su hijo o hija lleve una determinada educación debe aceptar los valores que en él se enseñen, por lo que aunque mi sorpresa cuando aterricé el primer día y vi que se rezaba seis veces cada día -antes de cada clase- no puedo reprochar nada, porque mis padres aceptaron esas normas del colegio, aunque después de pasado el tiempo pueda deciros que a Dios dando y con el mazo dando. 

Aterricé en ese colegio, porque mi padre se quedo en paro y ya no me podían pagar el colegio privado al que había acudido, y la cuota en éste era muchísimo más barata, en esos años unos 30€ al mes sino recuerdo mal, pero era un "donativo obligatorio"...

Esos años en casa fueron muy difíciles porque las necesidades económicas iban creciendo, con mi padre sin encontrar trabajo y mi madre solo pudiendo acceder a trabajos precarios, lo que llevo a la situación de que muchos meses se retrasaron en el pago de la cuota "voluntaria". Esos días eran horrendos, recuerdo como la monja de la recepción me venía a buscar a clase y delante de todo el mundo me recordaba que todavía no se había pagado la cuota y me daba el sobre delante de todos mis compañeros y compañeras para que yo se lo dieran a mis padres.

En esos días, yo llegaba a casa y no podía entender porque ese sobre no me lo daban en privado, pasaba mucha vergüenza por algo que yo no podía solucionar, era muy pequeña (entre con 12 años y salí con 16) y no tenía los medios para conseguir el dinero que costaba el dichoso colegio.

Por más que mi madre fue a hablar con ellas, y decirlas que si había algún problema la llamarán a ella, jamás la hicieron caso y ese sobre fue dado en muchas ocasiones delante de todos y todas. Ahora con el paso del tiempo, veo como ese acto era un mal trato tremendo hacia mi, estigmatizándome y señalándome delante de mis compañeros y compañeras, que como en todos los sitios había de todo tipo.

A esa estigmatización, le quiero y le debo sumar lo mal psicológicamente que salí de allí, por las burlas hacia mi nariz, mi físico, mi forma de pronunciar la "r"...  ¿Y los profesores o profesoras, qué hacían? Nada, silencios y risas acompañaban a esas burlas y miradas incómodas, que todavía más de 20 años después me siguen dañando. Como educadora de menores, os puedo decir que uno de mis grandes retos es que mis niños y niñas crezcan en un ambiente donde no haya miedos ni burlas. Un espacio de libertad donde la confianza y el respeto deben primar. 

Casi 20 años después sigo sin entender esos silencios y esas palabras de "los que se pelean se desean", que gran absurdo y que gran mentira.

Asumo mi responsabilidad de no haberle dicho nada a mis padres hasta años después, pero sinceramente creo poco podrían haber hecho, dada la política del colegio -que espero y deseo que no sea la misma- y la señalización constante como deudores de los malditos 30€.

Muchos años después he llegado a aceptarme con mi nariz, con mi cuerpo, con mi forma de pronunciar la "r", pero cuando fui consciente ya a una edad adulta del trato que recibí el golpe fue muy fuerte, lo que yo esperaba es que el colegio me protegiera, no que consintiera ese trato, que me llevo a una etapa muy negra, muy triste, de mucho dolor, muchos días fingía estar mala para no ir a clase, y estudiar es algo que a día de hoy y con 36 años lo sigo haciendo con ilusión y ganas.

El bachillerato prefiero dejarlo fuera de este post, porque creo que mis padres no debieron matricularme allí, dado que no iban a poder pagar la cuota ya obligatoria , pero ¿Era necesario tratarme de la forma que lo hicieron? ¿No podían haberme ayudado a buscar otro sitio donde poder ir a clase y no perder todo un año?

Esas ayudas no llegaron pero bien que se quedaron mi dinero de la lotería vendida por navidad y otros eventos para el viaje de fin de curso.

Fue todo un despropósito y un bochorno para mi, pero años después he conseguido quitarme esa vergüenza y señalo a ese centro como responsable del trato y de los malos ratos que viví entre sus paredes. Todavía recuerdo el día que tratamos el aborto y ver un video de uno, fue espeluznante, pero a ese le sumaría muchos más.

A ver no todo fue malo, porque de allí me lleve a alguna gente que a día de hoy siguen en mi vida, pero me ha costado mucho tiempo superar aquellos años de mi vida. 

Ante los bulos, solo queda la información veraz. Y lo siento mucho pero en mi opinión el Estado debe proporcionar todos los recursos posibles y más a la educación pública, eso significa abandonar a la concertada, no, pero el dinero no puede ser el mismo.

Os vuelvo a repetir esta solo fue mi experiencia, porque conozco gente que ha sido muy feliz entre sus paredes, pero yo no fui una de ellas y necesitaba compartirlo.

Muchos besos rinconeros y rinconeras y espero que si no os ha tocado la lotería, sigáis teniendo salud que es lo más vital e importante.

Hasta dentro de un ratito...


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