"Terminé el libro con una paz y una alegría que nunca antes había sentido. Se trata, en efecto, de la primera respuesta de un hombre que se muestra capaz de ver y sentir todos los sutiles matices y grados de los agravios hechos a la mujer, y el núcleo de su debilidad y degradación" Elizabeth Cady Stanton.
Estas son las palabras con las que la líder del movimiento sufragista en Norteamérica, describió el libro que os siento en este comienzo de semana, El sometimiento de la mujer de John Stuart Mill.
Un libro que es un alegato contra la sociedad patriarcal tradicional. Uno de los textos que sentaron las bases de la emancipación de la mujer y su incorporación a la sociedad civil en pie de igualdad con el varón, y que habría de ver sus mayores logros - cuando menos sobre el papel- en el S. XX.
Compuesto por John Stuart Mill (1806-1873) entre 1860 y 1861 con la participación de su hijastra Helen Taylor, decidida activista a favor del sufragio femenino y de los derechos de la mujer, lo que da a este ensayo sus valores de universalidad y permanencia.
Es una profunda elaboración que él lleva a cabo sobre un repertorio relativamente reducido de ideas básicas respecto al sometimiento (y liberación) de la mujer, pero también la vigencia de sus recomendaciones, aún aplicables entre grupos humanos dentro de sociedades no desarrolladas y también en amplios ámbitos de convivencia del mundo socializado.
Llevaba mucho tiempo detrás de tener este ensayo en las manos. La primera vez que leí el nombre de Stuart Mill fue en como lo denominó yo, mi despertar feminista con Feminismo para principiantes de Nuria Varela. A aquella primera vez le siguieron muchas, y siempre con mujeres que valoraban como un hombre inglés, parlamentario, de principios del S. XX podía realizar tal alegato sin esconderse y sin miedo, porque era lo que pensaba. Stuart Mill fue uno de los precursores en la Cámara inglesa en pedir el sufragio femenino, y aunque éste no llegó hasta más tarde, siempre lo defendió, como argumentó que la desigualdad de las mujeres era una forma de opresión en la que no sólo perdíamos nosotras, sino la sociedad, que perdía un activo de más del 50%.
En una época en la que el matrimonio era una imposición y el papel de la mujer solo se delegaba a la casa, siempre bajo supervisión masculina -primero del padre, después del marido- el señor Stuart Mill abocaba por todo lo contrario, con sacar a las mujeres de esas esferas y que el matrimonio fuera algo igualitario. Sus palabras no eran solo relleno de papeles, sino que las llevó a efecto, porque después de más de 20 años se casó con su compañera vital y el día del matrimonio firmó un documento en el que desprendía a su mujer de tener que obedecerle, y que ese matrimonio era un contrato entre iguales, nada esperable para la época, por eso fueron muchos los que se rieron de él.
Es una pena pero muchos años después nos encontramos en una situación diferente -eso es innegable- pero con el velo de la falsa igualdad tapándonos los ojos. Hace unos días el Parlamento polaco eliminaba de su ley del aborto el supuesto de la malformación del feto, en España tenemos un partido político que niego de forma sistemática la violencia contra las mujeres... por eso en este momento vital en el mundo con una pandemia sanitaria, social, económica y cultural sin precedentes es muy importante leer lo que ya se decía hace más de un siglo, y seguir trabajando porque la equidad entre mujeres y hombres sea un hecho.
¿Os recomendaría el ensayo? Por supuesto, si eres mujer leelo, si eres hombre leelo, hace falta mucha pedagogía, mucho estudio y muchas reivindicaciones. Y sobre todo tener presente, no olvidar de dónde venimos, quiénes nos precedieron y cuál debe ser nuestra meta.
Muchos besos rinconeros y rinconeras y espero veros mañana en un día marcado por una de las elecciones norteamericanas más importantes de los últimas décadas.
:) :) :) :) :)
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