Dentro de unas horas estaremos despidiendo el 2018, un año en el que siempre parece lo típico decirlo pero que a mi especialmente se me ha pasado muy rápido y en el que no he sido consciente de como pasaban los días y semanas, hasta encontrarme hoy aquí y por octavo año consecutivo a despedir el año.
Comenzó de la manera más triste, recibiéndolo en un hospital y teniendo que decir adiós a alguien muy importante, mi yaya, la eterna contadora de cuadros, la incansable sonrisa sincera, con esos ojos claros que todo lo regaba de amor y esos suspiros que a día de hoy me siguen marcando el día a día.
Un año donde han sucedido muchas cosas, unas buenas como mi anhelado contrato de indefinida pero otras tantas que no, como mis problemas con los cólicos al riñón, la culpabilidad que siempre vuelve o el insomnio que está siendo un terrible y agrio acompañante de noche.
Pero muchas cosas más:
- El refuerzo constante de esa amiga que es familia, que un año más me ha demostrado que sabe estar a mi lado para las risas pero también para los llantos.
- El que mi madre por fin pueda decir que tiene su casa, después de tantos años.
- Mi chico, que día a día me enseña a no conformarse y mejorar en esta vida, que también es la nuestra, la que piedra a piedra vamos construyendo juntos.
- El viaje de mi niña dorada a la otra parte del mundo, en donde como la dije el otro día la veo siempre que hablo con ella con una sonrisa en la cara y solo deseo que el año nuevo que viene la conserve esa enorme sonrisa y cara de felicidad, porque la suya es la mía.
- A diario los peques con los que trabajo que me insuflan algo importantísimo, vida, porque sin ellos y ellas saberlo me alegran los días y hacen de que cada nuevo día, una nueva aventura en la que la superación mía sea solo en beneficio de ellos y ellas.
- Un año en el que los más pequeños y pequeñas crecen, y con ellos y ellas, las ganas de vivir y seguir disfrutando de cada gesto, pasito o sonrisa que salga de sus caras.
- Unas vacaciones que tardaron en llegar pero que no con ello fueron malas, sino que fueron un momento de respirar, descansar y volver con las pilas recargadas con energía y positivismo.
- Muchas películas, muchas series y muchos libros.
- Continuar en el camino de un feminismo activo de palabra y hechos, en donde no haya miedo de compartir lo que soy y siento. Y con el recuerdo todavía latente del 8M que marcó un antes y un después en mi vida.
Muchas cosas más ha sucedido como seguir despidiendo a gente muy querida, pero quiero comenzar el año nuevo sin más propósito que el de ser feliz y hacer feliz a los y las que más quiero.
¿Cuáles son mis propósitos?
Sinceramente ninguno, porque luego al final no los cumplo, así además de intentar de ser y hacer feliz, pretendo vivir cada día y exprimirlo.
Queridos y queridas que paséis una buena noche y que el 2019 os traiga los deseos que anheláis pero recordad, éstos también hay que lucharlos.
Muchos besos rinconer@s y hasta el año que viene :) :) :) :) :)
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