Y lo que me había perdido madre mía, porque aunque el conjunto me pareció tremendo, hay un nombre que quiero resaltara por encima del resto, Alain Hernández, vaya bestia escénica, vaya personaje, vaya cuerpo en tensión, vaya gestos... vaya maestría.
Esta película viene de una obra de teatro, en la que dos amigas, Lidia y Sandra, que llevan mucho tiempo sin verse, deciden organizar una cena de parejas para así conocer a sus respectivos novios: David, un policía antidisturbios e Ignasi, un documentalista social que perdió un ojo por culpa de una pelota de goma que le golpeó en una manifestación.
Todo ello amenizado por los discursos que un político da desde la televisión.
Cuatro personajes que quedan para cenar, recordar viejos tiempos y ponerse al día.
¿Sabéis esa sensación de nervios en el estómago, cuando palpas, ves o sientes tensión a tu alrededor? Pues ese vértigo lo sentí yo desde el segundo 20 de la película cuando eres testigo de la cena que comparten dos de los personajes.
Pero a esa tensión inicial, le vas sumando más y más y más tensión, y piensas ¿Madre mía la televisión va a estallar? o voy a tocar la pantalla con un palillo y está se va a rajar.
Con unas pinceladas de humor muy negro y una abrupta y cruel realidad que vivimos en España desde hace unos años, por culpa de "la crisis" esa desagradable palabra que todos conocemos pero que en el fondo parece que nos hemos acostumbrado a vivir con y para ella; la película se desarrolla entre el dramatismo de encontrarte a aquel que te voló un ojo y el otro que a priori hacia su trabajo.
Se va desarrollando un juego dramático entre la oscura película (me refiero a la iluminación), que nos va mostrando el carácter y la naturaleza de cada personaje, y como ni los malos son tan malos, ni los buenos lo son tanto, o por lo menos esa es lapercepción que yo recibí.
Con vaivenes emocionales, acudimos a unos diálogos solo apt@s para buenos y buenas púgiles, en dónde la política y la sociedad toman la voz para abrirnos la puerta a cuatro personas que desde esa cena, no volverán a ser las mismas.
Y es que me quedo con una frase del film que viene diciendo algo así "no es lo mismo saber lo que has hecho que verlo en persona".
Como os decía al principio el personaje de Alain Hernández, me dejo estupefacta, porque su brutalidad, su realidad, su lucha por la verdad, su trabajo es de recordar durante mucho tiempo, porque esa escondida sensibilidad e ignorancia del mundo llegan al alma. Sobretodo cuando en el final intuyes que es lo que le puede pasar a David.
Dicen que en país de los cieg@s el tuert@ es el rey ¿Será verdad?
Solo creo que lo podéis descubrir si no la habéis visto, viéndola y disfrutándola, porque luego el debate que te deja y la estupefacción ante lo acabas de ver es de esas sensaciones que no se pueden leer hay que vivirlas en primera persona.
Muchos, muchísimos besos rinconer@s y mañana nos volvemos a ver con más y espero que mejor.
:) :) :) :) :)
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