Con esta locura colectiva y mundial que hay con la película La La Land: ciudad de las estrellas, a la que yo me sumo, como pudistéis comprobar en el espacio que le dedique cuando la vi (crítica a La La Land), porque es simplemente redonda, se van estrenando películas con corte totalmente diferente al gran musical, pero que también merecen ser vistas y tenidas muy en cuenta para la ceremonia de entrega de los Oscar de mañana domingo en Los Ángeles.
Y una de ellas es sin lugar a dudas, Manchester frente al mar, que seguro, segurísimo, mañana por la noche sonará como triunfadora de algún Oscar durante la ceremonia, porque el dolor que transmite desde que empieza, en mi opinión lo convierte en pura poesía con esa fotografía delicada y bella.
El silencioso Lee Chandler sobrevive como puede trabajando como conserje. Su vida cambia por completo cuando tras la muerte de su hermano mayor, es designado como único tutor legal de su sobrino de 16 años, Patrick.
Es entonces cuando debe trasladarse a su pequeño pueblo natal para hacerse cargo del adolescente, que se niega a renunciar a su vida y mudarse a Boston con su tío. El regreso obligará a Lee a hacer frente a un pasado tormentoso y doloroso, con la pesada carga de la culpa, además de volver a ver su es mujer
Randi.
La impecable y dolorosa cara de culpa, que oprime y quema la atmósfera que rodea la película y al personaje principal Lee, encarnado de forma totalmente monstruosa (entendiéndolo para bien) por Casey Affleck, se convierte en una zona de confort peligrosa en la que sabes desde que ha comenzado la película que algo ha sucedido pero cuando sabes el qué, a mi personalmente se me saltaron las lágrimas.
¿Podemos torturarnos o negarnos a vivir por un error, bueno uno fatal y dantesco ,un horror?
Creo que es aquí donde se encuentra la gran pregunta de la película, ¿Por qué Affleck es así? ¿Por qué de su comportamiento? ¿Por qué de su fría y distante actitud con el mundo que le rodea?
Toda esa tristeza la arrastra hacia un lugar que se acerca en momentos una tragicomedia, donde las risas son inevitables, con unos tintes crueles y una austera y elegante propuesta. ¿Por qué sentirnos mal por reír ante una película que trata y trabaja sobre las penas profundas del alma? Porque ese es el juego increíble que muestra y nos enseña desde el principio.
Hay otra pregunta que me ronda ¿Los hombres también lloran?
Por supuesto que deben llorar y que bonito es ver a un hombre que se muestra tal cual es sin las barreras de género y triste hombría que muchos cargan a sus espaldas.
Es una gran película pero en ella no encontraremos la felicidad, sino una banda sonora que acompaña a cada delicado y preciso fotograma. Huye de esconder el dolor, la tristeza y el desarraigo, pero con elegancia y dos trabajos brutales:
- Casey Affleck, que salvo sorpresas mañana recibirá el Oscar al mejor actor.
- Y Michelle Williams, que hace del menos es más, y de su tiempo de pantalla, un personaje imprescindible.
¿Os la recomendaría? Sí, sí y sí, porque merece la pena ver, pensar y reflexionar sobre el mensaje que lanza.
Eso sí, por favor y como digo últimamente en inglés!!!!!!!
Besos rinconer@s y que disfrutéis del este último fin de semana del corto mes de febrero, porque mañana no puede ser igual que hoy, y el ahora hay que vivirlo y tratar de disfrutarlo.
Yo me voy a a comprar una película en filmin que llevaba meses detrás de verla.
:) :) :) :) :)
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