miércoles, 11 de enero de 2017

"Me defiendo con sonrisas y ataco con silencios"

Al igual que el reciente año pasado, hoy quiero sentarme en este rincón para compartir esta frase que no leí hace mucho en una red social, y que me hizo sentarme, para y analizarla porque en muchos momentos no es tan diferente a mi forma de actuar.


Dice el refrán "que no hay mejor defensa que un buen ataque", pero ¿Es efectivo?

El año 2016 para mi fue convulso, porque se mezclaron lo mejores momentos laborales con los peores a nivel afectivo-familiar, porque viví y creo que arrastró momentos quizás mal gestionados, que en los últimas semanas me pasan factura a lo más sensible de mi vida, mi espondilitis.

Y es que no hay semana que como mínimo no me de un brote que deja totalmente cao, con unos dolores tan fuertes que la única forma de aliviarlos además de una medicación demasiado fuerte son muchas lágrimas, ya no solo por los dolores sino porque se lo mal que lo está pasando mi chico, el cuál los vive a mi lado y mi madre, que aunque siempre está conmigo ya no convivimos, y seque esa situación la pone nerviosa.



La espondilitis además de ser "un reuma a lo bestia", es una enfermedad muy emocional, en donde ante cualquier inestabilidad o tristeza, la espondilitis te ataca en muchas ocasiones sin piedad, porque esas pocas defensas no tienen la fuerza de combatir los dolores.

Es cierto que ¿No hay mejor defensa que un buen ataque? Yo que siempre he sido muy guerrera, y muy de impulsos ante el enfado, en los últimos meses he llegado a la conclusión que nada tenía beneficiosa esa actitud. Porque sí ante el ataque o el enfado respondía igual, pero esa prontitud no te hace medir ni las palabras ni las consecuencias dañinas que pueden tener para el otr@.

Me ha dado cuenta que además de al mal tiempo buena cara, ante insolencias, malas palabras o enfados lo que más molesta es sonreír, porque dejas al otr@ desmontado y sin armas de decir o hacer algo. También dicen que los silencios tiene más valor que más palabras y que grande verdad, y como lo vivo yo desde hace unos meses día a día.

No hay peor forma de hacerle sentir a otro u otra tu enfado, malestar o indeferencia que con un marcado y profundo silencio, porque ante él no hay réplica no hay contestación, no hay dolor. Bueno si lo hay, pero creedme hay personas en este mundo que no aprenden hasta que el atronador silencio se encuentra con ellos y ellas.

Yo he encontrado en el silencio varios sentimientos encontrados:

- Alivio, porque no me apetece sacar ese monstruo que todos y todas llevamos dentro, porque no me compensaba y luego quien acaba mal era yo. Porque he tenido caras muy feas de las que o me arrepiento pero si he aprendido a que sacarlas no me causa más que daño.

- Dolor, porque el silencio ante determinadas situaciones es muy complicado, pero a través de él podemos encontrar la paz que nos merecemos.

- Tranquilidad, porque tirando otra vez de refrán, dos personas no discuten si uno o una de ellas no quiere.

- Serenidad, porque descubres una parte nueva de ti que nunca habías puesto a la práctica y que te gusta porque te hace sentir bien.

- Paz.

- Lágrimas, porque se leen y se oyen cosas de las que no te pretendes defenderte pero aunque te hagas una enorme coraza duelen mucho.

Y así un sin fin de sentimientos, que de unos meses a esta parte se alojan en mi maltrecho cuerpo, y que si os debo ser sincera no pongo mucho interés en echarlo, porque creo que me encuentro ante una etapa destructiva emocional a la que solo yo podré encontrar la solución.

Defenderse con sonrisas es una buena herramienta, pero sonreír creo que es de las mejores cosas que podemos hacer porque respiramos, olemos, sonreímos, andamos... porque estamos viv@s.

¿Cómo os defendéis ante un ataque? 

Muchos besos y hasta mañana rinconer@s :) :) :) :) :)


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