Hace un par de fines de semana, para ser más precisa el sábado previo a la fiesta del 12 de octubre, que aprovecho este espacio para decir que ni es mi fiesta ni la celebro, fui con mi chico al cine con la intención de ver La playa de los ahogados, pero como había una cola gigantesca en los Renoir de la plaza de los cubos, acabamos en los Renoir de Plaza de España, viendo una película que desde que la vi anunciada, tenía unas ganas horribles de ver, El apóstata.
Esta película hispano-uruguaya, trata de como para olvidar el pasado, mirar al futuro y poder emanciparse, Tamayo, un hombre de unos treinta años, debe apostatar ante instituciones y autoridades. Durante el arduo proceso burocrático, recordará la intermitente relación que mantiene con una prima, algunos actos crueles de su niñez, su vínculo con una espiritualidad ajena y sus dificultades para seguir el camino paterno.
Con esta cita se muestra de nuevo como con un bajo presupuesto se pueden realizar historias de calidad, con historias detrás que las sustenten y con unas claras moralejas:
- Hacernos pensar y posicionarnos.
- Y ver como para el protagonista es la emancipación y huida hacia adelante.
Un actor principal enigmático, torturado, que sólo quiere huir de una vida que ni le ha hecho feliz ni cree que lo vaya a ser, porque para mi, el apostatar es cortar de raíz con unos lazos que no le hacen feliz y hace que las pesas de los recuerdos lleven muchos kilos.
Unos secundarios que redondean y dan brillo y luz a una acción tan fácil como debería ser que te quiten de los registros eclesiásticos. Con una Bárbara Lennie con la corrección y brillantez que desprende, una Marta Larralde llena de contradicciones, y una Vicky Peña explosivamente íntima, contenida y firme.
En este pasado Festival de San Sebastián consiguió el Premio Fipresci, lo que la hace llegar a la cartelera con fuerza y argumentos para atraer al espectador. Pero ¿La podemos encontrar en todas las salas?
Pues como os imaginaréis no, porque la publicidad con la que ha llegado es pequeña... pero no hay cosa pequeña que no merezca la pena de ver. Si os sirve mi opinión y os gusta el cine lento, esas películas que os hacen cuestionarnos vuestra propia existencia, merece la pena buscar en que cine se está proyectando e ir a verla.
Para mi no hay mejor crítica a esta película, que altos estamentos eclesiásticos han criticado duramente tanto a ésta como a El club, pero ¿Por qué? ¿Qué temen? En mi opinión nada deben temer, la película ni nos va a hacer cambiar de opinión o creencias, porque solo muestra como en la actualidad cualquier trámite pequeño termina siendo engorroso y largo.
En Madrid se proyecta en los cines Renoir de Princesa, sin duda uno de mis rincones favoritos de mi ciudad :O
Pues con esto, un beso gordo y deseando que paséis un feliz sábado, me despido de vosotr@s hasta mañana, en donde volveré a sentarme para hablar de cine, y en este caso de una película que nos hizo coincidir a mi chico y a mi, porque nos gustó mucho.
:) :) :) :) :)
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