Pues creo que eso es lo que me ha pasado con la segunda parte de la trilogía Divergente: Insurgente. Y es que después de una primera parte en la que mantienes el corazón durante las dos hora y algo de película en la garganta, a esta segunda parte le ha faltado esa energía y esa fuerza que desprendía la primera.
Y es que en esta segunda parte Tris y Cuatro son fugitivos que tratan de eludir la persecución de Jeanine, la líder de los eruditos. Tris pretende averiguar qué era lo que su familia defendió con tanto sacrificio. Atormentada por las decisiones de su pasado, pero decidida a proteger a los suyos, Tris, con la ayuda de Cuatro, se enfrentará a un reto tras otro para desbloquear la verdad de su pasado y el futuro de su mundo.
También quizás esperaba más de esta película y mis expectativas eran demasiados altas, pero todo el rato tenía la sensación de que estaba viendo un relato lineal de unos hechos y estaba expectante de cuando iba a estallar la película. Pero en mi particular opinión os diré que es un juego de tratar de despegar pero que se queda a medio gas.
A medio gas entre la ñoñería, la violencia que desprende vivir en un mundo tan marcado y limitado como ese y los violentos y dañinos sentimientos de la protagonista.
Pero quizás ese mundo que nos muestra Divergente no es algo tan alejado a nosotr@s mismos, y es que nos encontramos en una sociedad muy marcada, en la que sabemos donde estamos y casi no podemos aspirar a subir escalones simplemente algun@s se limitan a subsistir, hasta que llega el día en salir del huevo y decidir que porque eso sea lo establecido no significa que sea lo mejor ni que deba estar siempre.
También os debería admitir que no me he leído los libros, rotundo error por mi parte, pero la verdad como os digo en el título de este post, esperaba más, mucho más.
¿Qué tal lleváis vuestro sábado? Yo el mío rumbo a Recas, así que con un beso sabor a caramelo me despido de vosotr@s hasta mañana
:) :) :) :) :)
No hay comentarios:
Publicar un comentario