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martes, 10 de febrero de 2015

Marsella: no es mejor madre la que pare....pero y si la vida no te ha dejado ser de otra forma.

Cuando los factores como talento, empastes, historia y buen guión se funden, tenemos la suerte de sentarnos y permitirnos el gustazo de disfrutar de una película como Marsella.


Una madre biológica, Sara, y una madre de acogida, Virginia, comparten a una niña de nueve años, Claire. A consecuencia con el alcohol y las drogas, la Justicia le retiró a Sara la custodia de su hija cuando ésta tenía cuatro años. La niña fue dada en acogida a Virginia y Alberto, a los que Claire considera sus padres desde entonces. Todo cambia cuando, cinco años después, un juez decide devolver la niña a Sara, que ha logrado rehacer su vida y tiene un trabajo estable. 

Aprovechando que es verano, Sara y Claire emprenden un viaje hacia Marsella en busca del padre biológico de la niña.

Si algo bueno tiene esta película es que te hace juzgar, que te hace posicionarte, te hace detestar, te hace empatizar... y ver que la vida es una aventura tan dura que a veces te lleva por caminos tan duros que ¿Quiénes somos los demás para juzgar la vida ajena?

¿Qué puede llevar a una madre a desatender a un hijo/a? ¿Quiénes somos para juzgarla? Pero sobre todo, la palabra madre no debería ir sujeta al acto de parir porque sin hacerlo se puede ser una madre cojonuda.

Marsella nos lleva por caminos y vías que me hicieron cambiar de posición a cada instante; y todo ello gracias a un reparto veraz, vivo, cruel, directo y con los almíbares justos de que haya una menor delante. Vamos que veo muy justas las nominaciones de Goya Toledo y María León, duelo dramático bajo el sol de la carretera y el volante de un coche.


Un final tan abierto y con tantas interpretaciones bajo el ojo que lo ve que mete el toque final a una historia de madres, sentimientos, inocencia infantil, drogas, familia y porque no, los camioneros son la esencia de nuestros carreteras, porque el camionero Eduard Fdez. es uno de los mejores factores de una cinta que derrocha realismo puro y amores tan auténticos como el de una madre.

Y es que Belen Macías que ya encandilo con El patio de mi cárcel, muestra un talento y sin casi dinero, pero ha demostrado como el dinero no tiene nada que ver con el buen cine.



Y es que ¿Qué tienen en común esas dos mujeres? que las dos quieren a la misma hija y ese amor las lleva a luchar como jabatas.

¿Os la recomendaría? sin lugar a dudas.

Besos rinconer@s y hasta mañana :) :) :) :) :)

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